Indolente rutina que daña a la ciudad
Luces de apoyo apagadas en alumbrado céntrico, feos restos de pilares (bulevar), paraderos empapelados, baldosas sueltas...
Al acercarse las fiestas navideña y de fin de año, así como también otra temporada vacacional veraniega, aunque es obvio que Puerto Montt requiere mostrarse impecable y reluciente para estas fechas y período, al parecer, falta bastante para que ello ocurra en la capital regional.
De partida, y lo más notorio, que está conspirando contra ello, es la falta de luminosidad nocturna en el centro y sectores poblacionales. Por ejemplo, en la principal arteria céntrica -Antonio Varas- varias de las luces peatonales, de apoyo a las principales más altas en los postes, se encuentran apagadas sin cumplir su cometido luminoso y de ayuda a la seguridad ciudadana. Lo mismo acontece poblacionalmente, pero es más notorio, por cierto, en las vías principales relacionadas con el turismo. Temporada que se acerca a pasos agigantados y que nos puede sorprender, como ha sucedido, con los descuidos urbanos ya característicos y poco amables y chocantes con el visitante.
Tampoco se han sacado o eliminado, desde hace varios años, de calle Varas, los burdos y antiestéticos restos de pilares del fracasado proyecto de bulevar, que no significan aporte alguno al buen aspecto citadino. Y que, al contrario, aparte de afear el entorno, sólo obstaculizan el normal desplazamiento de los transeúntes.
De igual manera, se ha visto de nuevo propaganda de eventos, torpemente pegada, ensuciando los renovados paraderos del centro costanero, a pesar de lo mucho que se ha pedido cuidarlos a la comunidad y de amenazar con multas a quienes sobrepasen el respeto a la ciudad y su progreso.
Otro detalle local que considerar -en víspera de la etapa estival- es el de las baldosas sueltas en el centro, que avientan agua cuando las pisan. Lo que demanda un tratamiento o solución de emergencia, pues se sabe que en el año cercano se concretará la remodelación integral de la histórica calle Varas.
Si aspiramos a un gran turismo -con grandes cruceros y atracciones prehistóricas-, comencemos por eliminar los pequeños grandes defectos incubados por una indolente rutina.