Hace justo una semana, se firmaron los estatus de la Corporación Puerto Montt Superior, entidad que agrupa a todas las instituciones de educación de pre-grado de la ciudad, y que busca, mediante esta asociatividad, capitalizar la matrícula de 26 mil alumnos que posee la capital regional, para transformarla, efectivamente, en una ciudad universitaria.
Porque no basta con tener más alumnos que otras ciudades universitarias para serlo; por el contrario, se necesitan una serie de aspectos logísticos que permitan mejorar la funcionalidad de la urbe, para encaminarse hacia una ciudad efectivamente universitaria. De partida, la dispersión geográfica de cada uno de los campus hace imposible definir a un barrio determinado como universitario; lo que de alguna manera nos obliga a buscar y/o crear un punto de encuentro común, al que pueda llegar el mundo universitario, y donde pueda encontrar servicios, entretención, cultura y espacios para el ocio; de tal modo que a partir de allí, se vaya forjando la identidad y el orgullo, de pertenecer a esta comunidad universitaria.
Porque ese aspecto es clave para dar el gran salto. Porque pese al alto número de matriculados que registra la ciudad, aún hay un importante número de alumnos que prefiere salir a estudiar afuera como primera opción; y más bien somos alternativa para los jóvenes de las islas o del sur austral. Pero para que Puerto Montt sea primera opción para los propios puertomontinos, las universidades deben trabajar fuertemente en la investigación, porque aquella área es la que da prestigio y contribuye al sentido de pertenencia que se necesita para que estudiar en la zona no sea la opción secundaria, sino que la primaria.
Y la segunda gran tarea que deben desarrollar las universidades e institutos de la zona, es ser un actor mucho más relevante en el acontecer local; tener voz e influir en la vida diaria de las personas, con estudios de opinión pública, con investigaciones científicas, y con presencia permanente en la cotidianidad de la vida de la gente; con diversas acciones, que permitan ir construyendo esa identidad que aún le falta a la ciudad en todo ámbito y no sólo en el universitario.
Y después está lo operativo, como mejorar la locomoción para los estudiantes, dotarlos de servicios para su desempeño académico, ampliar la oferta de entretención cultural y de ocio general para los jóvenes, además de articular -por ejemplo-, un sistema de beneficios en el comercio que les permita acceder a un trato diferenciado.
En fin, los desafíos no son pocos. Algunos son de corto plazo y otros de más largo aliento; pero lo ocurrido hace unos días, es un paso relevante para lo que vendrá, y donde necesariamente se deben comprometer todos, dejando de lado los intereses particulares, para transformar a Puerto Montt -el día de mañana-, en una verdadero ciudad universitaria.