Cinco reunidos en un rectángulo. Son los hermanos Henríquez, de mayor a menor, Emilio, Héctor, Benjamín, Francisco y Hernán; y que por estos días defienden los colores de Llanquihue en el Campeonato Nacional de Maxibásquetbol que se juega en los distintos gimnasios de Puerto Montt.
Si bien los cinco juegan en la serie de 55 años, pese a que el mayor de ellos, Emilio, tiene 66, decidieron jugar todos en la misma serie, a pesar de que eso significara dar ventaja deportiva al resto de los planteles en competencia.
Legado del padre
Desde pequeños, les inculcaron disciplina deportiva y recuerdan que "a nuestro padre no le importaba mucho que nos sacáramos una mala nota en el colegio, pero no podíamos faltar a un entrenamiento. Eso sí que era pecado capital", relata Héctor "Coco" Henríquez, de dilatada trayectoria en el básquet criollo y que precisamente, en este campeonato de maxi, se encontró con un ex compañero de equipo cuando defendió los colores de Ancud en la década de los 80' y que hacía 33 años no veía.
"Esa es la magia del maxibásquetbol, todos los años te estás encontrando con gente y de nuevo vas rememorando lo que pasó antes", recalca el "Coco".
Unidos
Desde siempre, los Henríquez han sido una familia aclanada y que no sólo se refleja en cancha con los cinco hermanos vestidos de corto, sino que, además, las hermanas, sobrinas y nietos se transforman en una verdadera barra que los alienta a cada segundo y que, a su vez, se transforman en verdaderos técnicos desde las graderías entregando indicaciones. "Esas sí que gritan y dan instrucciones, aunque no cachan nada, pero hay que dejarlas", añade Héctor.
El menor de los hermanos, Hernán, y la razón por la que decidieron jugar todos por la serie 55, explica que el jugar todos en dicha categoría, a pesar de dar ventaja deportiva, era la idea que tuvieron desde un inicio para estar todos juntos.
A su vez, explica que para la cita nacional y pese a lo que se pudiese pensar, "no entrenamos, porque estamos todos desparramados, así que no es tan fácil; pero tres estamos en la zona y nos juntamos y entrenamos; y los otros dos entrenan por su cuenta y sólo nos juntamos los sábados para que el equipo completo practique. Esa fue toda la junta que tuvimos para participar", recalcó Hernán Henríquez.
La experiencia
El mayor de los Henríquez, Emilio, de 66 años, cuenta que el hecho de estar en cancha junto a sus hermanos "ha sido fascinante, porque no nos juntamos mucho y somos una familia de basquetbolistas de 50 años. Mi padre fue un gran basquetbolista y por él tenemos todo lo que somos ahora como gran familia".
Entre risas, Emilio cuenta que su responsabilidad -como el más grande del clan- es, simplemente, "tratar de juntarlos a todos y no pelear mucho, pero somos todos muy buenos hermanos".
Durante toda una vida dedicada a la naranja, el menor del clan Henríquez, Hernán, cuenta que cuando pequeños en su casa se respiraba básquetbol. "Teníamos una pelota de trapo, de calcetín, y en las puertas, al abrirlas te caía un alambre porque ese era nuestro aro de básquetbol". Agrega que si bien tienen muchas anécdotas entorno a un rectángulo, para ellos, lo más importante siempre fue pasarlo bien, compartir y, por sobre todo, jugar bien al básquetbol.
En cuanto a la competencia misma, para Hernán, "La Unión es el rival más complicado; esa es la final y sin desmerecer a Valdivia que nos toca con ellos, pero la final será con La Unión", subrayó.
Hoy y tras una jornada de descanso, el maxibásquetbol vuelve a los rectángulos de Puerto Montt, donde los hermanos Henríquez deberán enfrentar, a las 11.30 horas, al representativo de Valdivia en el gimnasio de la escuela Darío Salas.