Día Nacional de la Ciencia
Al celebrarse en nuestro país el primer "Día Nacional de la Ciencia", desde la Universidad de Santiago queremos hacer presente que la investigación científica debe ser una Política de Estado transversal, proyectando el rol que la innovación tendrá en el país. Este desafío no es sólo del nuevo Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación, por lo que nuestro llamado a las autoridades políticas es a establecer una política pública clara que cambie el foco del gasto operativo y lo ponga en la inversión. Sólo ese cambio de paradigma permitirá que el conocimiento cumpla su objetivo de estar al servicio de todo un país.
Pudiera creerse que esta posición es sólo un discurso que responde al interés de los científicos, pero no es así. La investigación es el motor del desarrollo. En promedio, los países OCDE invierten 2,38% del PIB en investigación. En Chile, esta cifra alcanza apenas un 0,37%.
Esta brecha se mantiene respecto del número de científicos. De no revertir esta pobre realidad, seguiremos condenados a ser meros espectadores del desarrollo y a tener que pagar a otros países por el valor agregado que entrega la ciencia en su relación con el sector privado.
Como directivo de una universidad del Estado que realiza investigación de excelencia y pertinente a los desafíos del país, entendemos que nosotros también tenemos una responsabilidad en acercar la ciencia, sus ámbitos de investigación y sus resultados a la población en general, así como a los tomadores de decisiones.
Es por ello que hoy 7 de octubre, Día Nacional de la Ciencia, es una oportunidad para fortalecer actividades de difusión científica que se mantengan durante todo el año.
Dr. JULIO ROMERO FIGUEROA. Vicerrector de Investigación, Desarrollo e Innovación. Univers.de Santiago.
Revela sus sentimientos
Soy de una generación que hoy celebra, junto a la conmemoración del plebiscito del 5 de octubre, 30 años de vida; una descendencia que ha gozado toda su vida de una democracia que, lamentablemente, muchos compatriotas no alcanzaron a conocer, víctimas de las violaciones a los DD.HH. que ocurrieron en este país.
Soy chilena nacida en democracia, soy una de las sobrinas-nietas de doña Lucía Hiriart de Pinochet y soy la ex jefa de gabinete de la Seremía de las Culturas, las Artes y el Patrimonio de la Región de Los Lagos; cargo en el que estuve sólo dos semanas, luego de las cuales tuve que renunciar ante la presión de agrupaciones a las que no les gustó este parentesco -acaso humillante- ni un comentario en un post familiar, esbozado hace más de 4 años.
Ahora, soy una chilena sin trabajo, madre de 3 hijos y sostén de una familia. ¿Por qué? Simplemente porque a ciertos grupos como "En Cultura No", la Comisión de Cultura de la Cámara de Diputados y Agrupaciones de DD.HH., les pareció que yo, por esos arbitrarios prejuicios, no tenía el derecho a servir al país.
Removieron un resentimiento histórico, descalificándome con epítetos e injurias tan graves como penosas hacia mi persona y mi familia. Lo que me llevó injustamente a renunciar a mi cargo y a mi querido equipo; siendo que fueron muchos más los que me respaldaron y a quienes aprovecho de agradecer públicamente el fraternal apoyo.
Soy hija de la Democracia, junto a una generación que no nació inmersa en esa visión monocromática que, lamentablemente, existió en el Chile polarizado de los años 80. Visión que sólo conocemos por la memoria de nuestros mayores y que estoy convencida no queremos volver a repetir, porque sabemos que no aporta nada, sino que sólo divide.
Es por eso que me cuesta entender esta inusitada situación, en la que me vi envuelta con ocasión de los 45 años del 11 de septiembre, que increíblemente y después de tantos años, me condenó frente a todos.
A pesar de este doloroso momento, no quiero pensar ni encontrar explicaciones inconducentes, sólo quiero creer que somos más los que queremos construir un Chile unido, maduro, moderno, donde todos caben y aportan de acuerdo a sus capacidades y talentos. Donde se respeta la diversidad de creencias, opiniones y convicciones más íntimas, y donde valoramos la heterogeneidad de nuestros orígenes, cualquiera sea su pasado o condición.
Por eso, hoy he decidido hablarles a aquellos que con mañosa intención me cuestionaron, y a todos quienes me apoyaron, reiterándoles que nunca renunciaré a este sueño de país ni a mi vocación de servicio público. Y que seguiré, sin dejarme oprimir, buscando cualquier espacio que me permita aportar a construirlo, junto con este gobierno, en el que creo y al que deseo el mayor de los éxitos.
Les pido también a todos los chilenos y chilenas, que cuidemos incansablemente nuestra democracia de las amenazas del resentimiento, de la intolerancia y del populismo, para que no se vuelva a repetir nunca más lo que algunos insisten en reavivar.
ISIDORA HIRIART BENAVENTE.