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A mis amigas feministas
Estimadas amigas, finalmente logro superar el susto y me atrevo a dirigirles estas líneas, que contienen algunas observaciones críticas a ciertas expresiones de vuestro movimiento, el cual apoyo de todo corazón por su contenido de justicia. Ataquen estos puntos de vista todo lo que quieran - para eso son críticos - pero no los ignoren; en la duda convérsenlo con las mujeres mayores.
Lo primero y más simple: Poner mucho énfasis en aspectos externos, como el lenguaje "inclusivo", caricaturiza al movimiento y desvía la atención del fondo del asunto, de la situación de justicia que se busca obtener; no es cambiando el color de las rayas como se nivela la cancha y el lenguaje es la memoria de un pueblo, es algo que está todo el tiempo cambiando, pero no por ley; va expresando las nuevas realidades a medida que éstas van existiendo, y cuando hay imposiciones éstas son de tipo represivo, como lo grafica el brusco descenso del trato de "compañero" a partir de septiembre del 73.
Segundo y más conflictivo: El aborto a libre voluntad de la gestante y la objeción de conciencia. Tengo claro que la única persona que puede decidir por la mujer embarazada, es ella misma; pero también tengo claro que en todo aborto -necesariamente- siempre se produce una muerte, y por esto no podemos tomarlo a la ligera, aquí topamos con algo muy profundo y esencial de la especie, con aquello que se expresa en el más básico de nuestros instintos, el de la simple conservación de la vida. Provocar la muerte en forma deliberada requiere tener una motivación muy clara y de la cual uno pueda responder, y no se puede exigir que todo el mundo la comparta, debe aceptarse la objeción de conciencia; si esta objeción es válida ante la defensa armada de la patria, en la cual hasta podría ser cierto que el enemigo es culpable de algo, ¿cómo no va a ser válida cuando se trata de matar un crío que no ha tenido tiempo para ser culpable de cosa alguna? Sugiero no regalar la bandera de la objeción de conciencia a los sectores conservadores.
Tercero y aún más complejo: Las alianzas ¿tácticas o estratégicas? Si bien el movimiento feminista es notoriamente heterogéneo, en muchas de sus expresiones he notado que parecen considerar otras corrientes organizadas de opinión como "aliadas naturales", por el hecho de visibilizar también situaciones que requieren corrección; esto, en la medida que aporta a poner bajo asedio al statu quo imperante, constituye las alianzas tácticas. Queda por ver si la comunión de intereses llega hasta el final, si se comparte también la meta última, la situación nueva que se quiere lograr, la razón por la que damos la lucha; en el caso de un movimiento feminista supongo que será que la mujer sea respetada en toda su dignidad humana y en toda su dimensión social, no como lo es el hombre hoy día, sino como debería serlo en una sociedad justa y decente. Ilustraré este punto con el ejemplo más jodido que se me ocurre: El movimiento homosexual busca la aceptación de una modalidad de familia encabezada por dos mujeres; esto es diferente a otras modalidades carentes del padre, como es la madre soltera o separada, ya que en estos casos siempre existe la posibilidad de establecer pareja con un varón que proporcione a los hijos varones la imagen paterna, sin la cual la adolescencia masculina puede ser muy antisocial; este es un fenómeno que se observa en todos los mamíferos superiores, en las manadas de elefantes en que eliminaron a los machos mayores, los elefantitos adolescentes formaron pandillas muy destructivas; no creo que esté en el interés femenino fomentar la crianza de varoncitos sin padre, testosterónicamente agresivos y sin guía. ¿Es entonces la misma lucha? ¿Hasta dónde llega la coincidencia de intereses? Finalmente, sugiero no enfrentar situaciones objetivas con argumentos puramente ideológicos o voluntaristas, ya que esto validaría su uso por quienes se oponen a cualquier cambio.
RENATO ALVARADO VIDAL.
Trabajo a distancia
La oportunidad del trabajo a distancia mantiene los derechos del empleado y permite compatibilizar mejor el trabajo con el mundo de la familia, solucionando en gran medida los problemas que sufrimos a diario cientos de trabajadores: el tiempo y el dinero. Trataré de reflejarlo en mi experiencia. De lunes a viernes, me traslado desde Lo Barnechea hasta Pudahuel. Una hora y cuarenta minutos y 720 pesos diarios, me toma llegar al trabajo. ¿Hace falta hablar de la comodidad del viaje? Nueve horas después, con suerte, estoy de vuelta en mi casa. Al pisar la entrada, se me fueron casi 1.500 pesos y más de 4 horas viajando. Al año, son 950 horas que pierdo, que equivalen a más de 100 jornadas laborales. Un mes entero de vida, y más de 360 mil pesos perdidos.
Pero más que la retribución monetaria, me alegra saber que vivimos en una sociedad que comprende que el trabajo debe ser promovido en un ambiente y en condiciones en donde las personas puedan desarrollar sus cualidades y destrezas, no sólo para mejorar su calidad de vida, sino también para que se realicen plenamente.
TOMÁS ORELLANA BARDAVID. Ingeniero Civil.