No esperaba entrar a una catedral y toparme con un bosque en su interior. Pero así ha sido. Y en medio de una de las capitales del mundo: Barcelona. Ingresar a La Sagrada Familia es una experiencia espiritual para el cristiano y el que no lo sea. Da igual. Porque es un espacio público que eleva lo natural a su condición sagrada, y ves maravillado como las columnas de ese templo son en verdad árboles cuyo follaje se desparrama en las cúpulas.
No es casual que los japoneses sean de sus principales financistas ahora que sigue la construcción. Suya es la devoción por lo natural y suya también es esa preciosa acepción de darse "un baño de bosque" como experiencia meditativa y de contemplación.
En Chile hay muchas Sagradas Familias. Y la mayoría en proceso de "construcción" o más bien "restauración". Se trata de un esfuerzo de conservación épico que quiere poner al servicio de cada chileno esos edificios arbóreos que tenemos y que se llaman Parques Nacionales. Espacios públicos, de todos, techados por un sinfín de especies autóctonas. Entrar ahí es una experiencia solemne como alegre. Menuda fuente de inspiración habría sido para Gaudí, el arquitecto de la Sagrada Familia siempre atento a esas otras maravillas de ese otro gran arquitecto que lo precedió. Cuestión de fe.
Lo innegable es que en Chile nuestros Parques Nacionales de la Patagonia, están allí, para que conservemos y observemos la naturaleza, para que sean fuente de inspiración, grandes aulas abiertas. En este sentido, países como Costa Rica, Sudáfrica, Canadá y Nueva Zelanda son buenos ejemplos de cómo las personas han generado un sentido de pertenencia con estos grandes espacios de historia.
Un ejemplo que tenemos a la mano en la Provincia de Llanquihue es el Parque Nacional Alerce Andino, a cuarenta kilómetros de Puerto Montt.
Este parque permite contemplar y experimentar alerces, coigües, lengas, pudúes, pumas, guiñas, zorros, carpinteros, huet huet, entre tantas otras especies. Conocer la naturaleza es abrir los ojos al mundo, es sentirse parte de él, es volverse consciente del entorno.
Amaro Gómez-Pablos.
Consejero Corporación Amigos de los Parques de la Patagonia.