La renuncia de los 34 obispos chilenos en Roma fue, sin duda, una noticia que recorrió el mundo como el mayor remezón en la Iglesia Católica de nuestro país en toda su historia. Y esperamos que se transforme en una verdadera oportunidad para que esta institución destierre todo vestigio de actos atentatorios contra la dignidad humana y sancione severamente a quienes violaron la ley o a quienes encubrieron estos hechos. En Osorno, un grupo importante de laicos dio una ardua lucha para sancionar estos actos, efectuando movilizaciones desde el nombramiento del obispo Barros. Gracias a aquello, y por lo cual no tienen por qué pedir disculpas, se traspasaron las fronteras del país, pese a que en sus inicios chocaron con una muralla en el Vaticano, influenciado con informaciones falsas, que el propio Papa confirmó, desde la más alta jerarquía católica chilena liderada por Francisco Javier Errázuriz, Ricardo Ezzati e Ivo Scapolo, quienes hoy, sin pudor alguno, han pretendido aparecer como verdaderas "blancas palomas", cuando en la práctica son los principales responsables de esta crisis. Con su omisión, los 34 prelados también tienen cuotas de responsabilidad. No fue, como dijo el obispo de Punta Arenas, un acto de "solidaridad", porque justamente aquello fue lo que menos tuvieron con las víctimas, a quienes pretendieron dejar como personas que entregaban falsos testimonios. Los hechos que se están descubriendo ahora en Rancagua dan cuenta de una situación gravísima que debe tener sanciones ejemplares. En la sociedad de hoy, los abusadores que se esconden tras una sotana tendrán que saber que este tipo de actos nunca más quedará en la impunidad. Los días de silencio, miedos y atropellos terminaron, y con el remezón que ha de generarse en Roma en los próximos días, debe marcarse un antes y un después para la Iglesia. Soy de izquierda y apoyé los movimientos de laicos en Osorno desde el primer día. Lo hice en mi calidad de ciudadano, católico y creyente que, al igual que muchos, ha perdido parte de la fe cristiana que nos inculcaron en nuestros colegios. Aún tenemos la remota esperanza de que de esta crisis salga una lección y un nuevo rumbo.

Fidel Espinoza Sandoval.

Diputado de la República. Región de Los Lagos.

Los puertomontinos que, por lo general, casi siempre se muestran disconformes con la manera en que se va construyendo Puerto Montt, deben aprovechar la oportunidad de participación que ahora están dando las autoridades a la población, para entregar sus ideas, sugerencias, aspiraciones, propuestas, acerca de cómo quieren que se vaya edificando a la capital regional -comenzando por sus barrios- con mirada de futuro.

Esta semana -en los sectores más representativos de nuestra ciudad, incluyendo Tenglo- se están realizando los talleres ciudadanos, que permitirán la elaboración integral y más adecuada para todos del nuevo Plan Regulador Comunal de Puerto Montt, que se anhela ordene armoniosa y equitativamente el crecimiento, desarrollo y modernización del Puerto Montt que viene. Cuya densidad demográfica crecerá significativamente en los lustros venideros. Realidad que exigirá una planificación de equipamiento habitacional acorde a la calidad de vida que se busca aportar a los residentes en los nuevos tiempos.

El asesor urbanista de la Municipalidad, arquitecto Daniel Reyes, al convocar -a través de El Llanquihue- a la comunidad a hacerse presente en esta consulta pública de lo que desean para sus poblaciones y la ciudad, enfatizó que la opinión de la gente es clave en la confección de los planes reguladores de desarrollo urbanos. Argumentó que las políticas públicas exitosas se nutren del aporte de todos los vecinos. Y considera indispensable que la gente se informe y participe con entusiasmo en estos eventos, consciente se que así está colaborando a construir su entorno y la identidad de su barrio.

No hay que dejar de tener presente la particularidad de que Puerto Montt es -ante todo- un puerto. Que el mar es su principal identidad, atracción y fuente económica, en abierta vinculación con la industria del turismo. Y que, en consecuencia, tanto su visión de ciudad como su desarrollo mismo, deben apuntar y congeniar con esa característica y su orientación geográfica encumbrada que acoge la formación de núcleos cívicos descongestionantes.