Con todo el revuelo producido por la noticia de que dos jóvenes chilenos se encuentran en prisión hace siete meses en Kuala Lumpur en Malasia, cabe preguntarse cuál es la función del derecho internacional en este asunto.

Lo primero que cabe hacer presente es que Chile y Malasia han suscrito la Convención de Viena sobre Relaciones Consulares.

Por lo tanto, corresponde que se les preste toda la asistencia que sea necesaria por parte del consulado a nuestros connacionales que se encuentran en este tipo de situaciones en ese país, esto incluye velar porque se les garantice un debido proceso, se les respeten sus derechos fundamentales y no sean objeto de discriminación.

Por otra parte, hay que atender a los principios que imprimen el derecho internacional y entre ellos uno de los más importantes, el deber de no intervención.

Esto quiere decir, que aun cuando las leyes y procesos penales en Malasia sean distintos a los chilenos, se deben respetar y Chile no puede intervenir en el proceso llevado a cabo en Malasia contra nuestros compatriotas.

Sin embargo, cabe señalar también que es importante atender a la doctrina del trato nacional, que establece que los extranjeros que se encuentran residiendo en un país determinado no pueden recibir mejor trato que los nacionales pero deben recibir un trato que no sea inferior a un standard mínimo internacional.

Si esto ocurriera, es decir si se les otorgara un trato vejatorio, el Estado de Malasia podría incurrir en responsabilidad internacional, además de tener la posibilidad del Estado de Chile de otorgar Amparo Diplomático a sus nacionales. La pregunta es entonces si es que las normas y leyes que rigen en el Estado de Malasia respetan o no un standard mínimo internacional que garantice que nuestros compatriotas serán juzgados de acuerdo a un debido proceso que sea respetuoso de sus derechos fundamentales.

Natalia Hernández Neira. Docente de Derecho Internacional

Universidad Santo Tomás. Sede Puerto Montt.

Hace bien la Cámara de Comercio, Industria y Turismo local, en poner en el tapete de la contingencia a ese ícono arqueológico global que es Monte Verde de Puerto Montt, al organizar -con motivo de su 107 aniversario- un concurso internacional de pintura sobre el tema. Cuyas postulaciones, de artistas nacionales y extranjeros, estarán abiertas hasta el 4 de junio venidero, seleccionándose a los tres finalistas el 6 de ese mes.

Son fundamentales estas iniciativas, para tener siempre presente la extraordinaria importancia patrimonial de Monte Verde. Un prehistórico descubrimiento que revela los primeros asentamientos humanos de América por estos confines (más de 18 mil años de antigüedad). Sobre todo, son estos eventos los que contribuyen -en gran medida- a mantener latente la trascendencia de estos hallazgos. Y, muy especialmente, por consiguiente, de lo imperioso que es conferirle el valor que amerita, materializando el proyecto del Museo y la recreación de sitio, ya por cuatro decenios esperado. Un sobredilatado período que se origina -más que en la precariedad de recursos- en inveteradas indolencias y fragilidad de voluntades realizadoras. En circunstancias que un enclave cultural de esa jerarquía mundial -debidamente realzado y preservado- significaría una incalculable proyección para Puerto Montt de orden turístico e histórico y a la vez económico.

En cuanto al concurso pictórico mismo, "Desde Monte Verde a Puerto Montt", debemos reconocer que en su competente y prestigioso jurado echamos de menos la representatividad de la Asociación de Artistas Plásticos de esta capital regional. Heredera de los albores de la pintura local a la vera del pretérito Angelmó, sus lanchas chilotas, comercio isleño y el paisaje tenglino. Y depositaria de la admirable maestría de los forjadores de este arte en nuestro puerto: Pacheco Altamirano, Manuel Maldonado (Manoly), Gastón Gómez, Hardy Wistuba y tantos más, que internacionalizaron P. Montt y su caleta.

Hoy, Monte Verde es motivo para los pinceles, gracias a la iniciativa de la Cámara de Comercio.