El Día Internacional del Deporte, que se acaba de celebrar, pone en relieve la vital trascendencia de la cultura física para una vida más sana, fraterna y feliz en toda comunidad humana.
Las actividades deportivas, cualquiera de las disciplinas que se practican, no sólo hacen bien físicamente. También, fortalecen la voluntad de desarrollo y superación. Incuban conductas responsables y hábitos saludables. Aportan la generosidad solidaria de poner las individualidades al servicio colectivo, en pos de un rendimiento asociado que prestigie a una institución o al país mismo.
Y no sólo eso. También, el deporte une a los pueblos, a las naciones, a través de sus ejemplares competiciones, donde impera el respeto, la hermandad y la buena voluntad. Donde tanto valen las plusmarcas, las victorias, como los vínculos que van naciendo y fortaleciéndose al compás del esforzado y vibrante batallar en las distintas palestras deportivas.
El deporte moldea el cuerpo, vigoriza la salud. Pero también tiene la gran virtud de contribuir a la paz, el entendimiento, la amistad. A una positiva predisposición humana, que facilita la convivencia y las buenas relaciones.
Puerto Montt goza de un digno prestigio deportivo. A pesar de sus limitaciones materiales, se ha ido superando progresivamente, con muchos sacrificios y empeño.
Mientras en el fútbol, se dispone de una importante infraestructura, en otras disciplinas, la capital regional sigue en deuda desde hace muchos años. Ejemplos: el remo carece de la tantas veces prometida casa de botes; el ciclismo, igual, con un velódromo sólo en planes que reviven de cuando en cuando; el boxeo, lo mismo: sin tener donde entrenar ni realizar sus campeonatos; el básquetbol, con dificultades de gimnasio; como también suele ocurrirle, en materia de escenarios, al deporte escolar y poblacional. Por lo que a estas alturas, la principal esperanza deportiva es recuperar el recinto Arena, para las disciplinas bajo techo, conforme a la planificación original de ese gran escenario.