Jocelyn Vargas Álvarez
D a luz rojo el semáforo, y todo el histrionismo, alegría y perseverancia aflora en los artistas de la calle, que en una exitosa jornada pueden llegar a recaudar hasta 20 mil pesos.
El joven calbucano Josué Alvarado, de 24 años, se levanta todas las mañanas a las 7 de la madrugada para mostrar a automovilistas y transeúntes todo su talento con las clavas.
Habilidad que desarrolló desde los 17 años y le ha dado la oportunidad de viajar por el país y el extranjero, como Argentina y Uruguay, y que además le permitió crear sus propias alas para escapar de una familia disfuncional.
"Lo que me gusta es la independencia económica. En mi familia había problemas de droga y yo quería salir de eso. Por eso, comencé a generar mis propios ingresos," comentó Josué, que actualmente está en su tercer año de Teatro en la Universidad Finis Terrae de Santiago.
Estudios que le han permito destacar entre sus pares por el manejo y expresión escénica que demuestra y que llama la atención del público.
Otro de sus colegas es Diego Alarcón, de 20 años, que vive en Puerto Varas y que practica monociclo jirafa y malabares con clavas. "El arte callejero es mi propósito en la vida, llena un vacío que tenía antes. Entreno hasta 8 horas al día, para superarme cada día. Quiero llegar a trabajar en cruceros y casinos", reveló Diego, que hoy en día se dedica a tiempo completo al malabarismo.
Diego agradece el apoyo de personas anónimas y cuenta anécdotas como cuando le regalaron una pizza, una pichanga, hasta incluso una biblia.
Su amigo Mauricio Hermosilla, de 20 años, proveniente de Quillota, se encuentra viajando y trabajando por el sur de Chile, y reconoce que Puerto Montt es su ciudad favorita, por ser más empática y amable con su arte callejero de disociación del cuerpo, clavas y monociclo. "La gente del sur me pregunta si es difícil lo que realizo y cuánto entreno. Siento que lo valoran más", enfatizó, precisando que los días comerciales, quincenas y principio de mes son los más fructíferos.
Otra historia es la de Germán "Palta" Farias, de San Antonio, que comenzó a desarrollar el malabarismo con burbujas, varas de fuego y payaseo, y abandonó sus estudios de Educación Diferencial porque no pudo pagar su carrera.
"Palta Hass", como le dicen sus amigos ha llegado a recorrer Bolivia y Perú, gracias a su talento y expresión escénica.
"Trato de mantener siempre el contacto visual con la gente, porque así puedo transmitir todo de mí a a través de la mirada y tengo más cercanía con la gente", detalló Germán.
Los artistas resaltan que el mundo del arte en las calles es difícil, porque requiere de sacrificios, pero que, a la vez, es gratificante, ya que tiene su recompensa.