Ex religiosa filipina recibió la nacionalidad chilena
LAICA. Cuando la Congregación terminó su misión en Chile, tenía que regresar a a Italia, pero prefirió quedarse trabajando para la Iglesia y su gente.
Imelda Arinquin, filipina de 45 años, recibió su carta de ciudadanía chilena.
Fue un proceso que termina con tres años de gestiones que la tienen hoy con profunda alegría, ya que prefirió vivir en Chile que en Italia.
En 1991, ingresó al convento en Manila a la Congregación Hermanas Compasionistas Siervos de María, regresando a Italia en su primera misión.
La congregación terminó en Chile y tenía que regresar a Italia, "pero decidí quedarme porque me gustó este país y me retiré".
Ya estaba encariñada con su trabajo y la gente. Desde el lunes es una filipina nacionalizada chilena. Hizo sus estudios básicos y medios en Filipinas y en la Universidad Pontificia de Salesiana Roma, cursó la pedagogía en formación religiosa. Luego regresó a su país.
El 2003, fue enviada a Santiago, cumpliendo misiones además en Balmaceda, Cochrane. El 2004, se traslada a Puerto Montt. Presta servicios a la capilla Madre de Dios de la población Orellana, donde colabora con todos los que necesiten su ayuda. "Mientras yo pueda ayudarlos, lo hago. Esa es mi misión como civil", reflexiona. El decreto de su nueva nacionalidad lo recibió por correo certificado, en el que le otorgan la carta de ciudadana chilena a partir del 15 de diciembre de 2017, junto a otros residentes en Santiago.
"Cuando vi mis documentos, grité: Ya soy chilena", cuenta emocionada quien es conocida por su organización, dedicación, trabajo, cariño; pero, principalmente, por su alegría de vida.