Entre las críticas que habitualmente se le hacen a Puerto Montt, tanto de parte de foráneos como de los propios residentes,-y que son las que más duelen y avergüenzan-, están las de ser la nuestra una "ciudad sucia" y con muchos "eventos en sus calles y veredas".
Es algo que llama mucho la atención, porque evidencia un fuerte contraste con las palpables aspiraciones locales de transformar a la capital de la Región de los Lagos en un gran polo turístico de proyección patagónica. No se entiende cómo, con el paso de tantos años, no se reacciona más a fondo ante a esa negativa realidad y se adoptan prontas y definitivas soluciones frente a las deficiencias de aseo y deterioro de las vías urbanas.
Si hay falencias que perjudican el desarrollo turístico de las ciudades,-gravemente-, comenzando por su imagen, son todas aquellas que se relacionan con el descuido y la suciedad. No hay nada más chocante y repulsivo que las basuras y destrozos en las vías. Reflejo de despreocupación e incultura, que no se concilia con el enorme potencial artístico que bulle en el alma puertomontina, así como de pujante emprendimiento y espíritu de progreso.
Al comenzar el año, ese es el desafío que acometer. El municipio prepara una ordenanza , con duras multas, para erradicar a los "empapeladores y rayadores de murallas", a la vez que busca normalizar un eficiente servicio de recolección de basuras en toda la ciudad y comuna, junto con potenciar la evacuación final en el relleno sanitario de La Laja. Lo que demanda una cuantiosa inversión municipal. Y que es un esfuerzo que es prioritario compartir por la comunidad, que debe colaborar comenzando por utilizar correctamente los contenedores y cuidando de la limpieza general de su terruño.
Comprometamos desde ahora mismo, la palabra y convicción de que no nos sorprenda a futuro otra temporada veraniega en Puerto Montt, con la inveterada problemática relacionada con el desaseo urbano, el deterioro de la conectividad, las falencias de inundaciones y la contaminación de la bahía.