Recientemente ha habido una serie de denuncias relacionadas con la contaminación del lago Llanquihue y del borde costero de Puerto Montt. En Puerto Varas, se intensificó la discusión del nuevo plan regulador al observarse un incremento irracional de construcciones de altura. Esto se suma a la contaminación del mar interior de Chiloé y su borde costero y el abandono y deterioro de edificaciones de valor patrimonial en ciudades y pueblos de la región. Además de afectar la calidad de vida e identidad, estos hechos atentan contra el turismo y la gastronomía, actividades económicas que descansan en la calidad y conservación del ambiente. La región atrae por su singular belleza y sus atractivos de naturaleza y cultura, que han posibilitado el despegue del turismo de intereses especiales. Los visitantes disfrutan la belleza del paisaje, las edificaciones patrimoniales y ciertamente de la calidad ambiental del entorno. Sin embargo, el desarrollismo inmediatista amenaza la conservación patrimonial, y con ello el atractivo base de este turismo que crece con fuerza en el mundo entero. Con gran esfuerzo y cooperación, micro y pequeño emprendedores llevan adelante proyectos que ofrecen alojamiento, gastronomía y actividades turísticas de calidad. En su oferta está la promesa de atractivos y ambiente no contaminados y bien conservados.

Su actividad se amenaza o destruye con la contaminación de aguas, playas, parques y alimentos, y por cierto calles y edificaciones patrimoniales deterioradas o en franca destrucción y abandono. Recientemente un proyecto CORFO, de cicloturismo autoguiado en la cuenca del lago Llanquihue, ha sido distinguido como un ejemplo de actividad sustentable y creativa. Todos celebramos su éxito que impactará a un conjunto de micro y pequeños empresarios de un modo sostenible, pero vemos su fragilidad, al igual que en otras actividades y destinos, si no se protegen los atractivos de la ruta. Sería incomprensible que un gran esfuerzo público - privado no cautelara estas oportunidades de desarrollo de calidad y escala humana para nuestra gente, en forma cabal y oportuna.

Adolfo Alvial Muñoz.

Director Regional CORFO Los Lagos.

Enhorabuena, ya era tiempo que el Concejo Municipal, en virtud de su autoridad y representación ciudadana, decidiera, por fin, poner freno a los burdos excesos permanentes que se cometen al ensuciar la ciudad y la comuna de diferentes maneras. No sólo arrojando desperdicios a las calles, sino que también pegando afiches y otros elementos de propaganda de eventos y espectáculos, de preferencia en paraderos de locomoción colectiva, murallas céntricas y lugares concurridos, además de los feos y chocantes rayados en edificios públicos y particulares que rebajan el nivel cultural.

Lo cierto es que esta situación ya no resistía ni resiste más tolerancia.

Por varios lustros, que se ha venido soportando esta mala costumbre y dañino afán de sobrepasar el orden y el aseo urbano de Puerto Montt. Incluso, en nuestro Diario, y en esta misma sección, en ediciones pasadas, nos hemos referido a esta lacra del irresponsable "empapelado" y manchado de la ciudad. Junto con solicitar ordenanzas municipales más rigurosas en sus multas a los infractores, que hasta ahora se han dado el lujo de colocar capas y capas de publicidad sobre los muros locales, especialmente en los refugios peatonales, incluyendo a los nuevos.

El cuerpo colegiado, -en su determinación y voluntad de erradicar este nefasto proceder-, estudia ahora actualizar y endurecer la acción punitiva de la norma que rige desde 1996 en la capital regional. Sobre todo, en el caso de los circos, que son los que más hacen promoción mural, y a los cuales, de insistir en su falta, se les podría prohibir sus presentaciones, como se propone en el Concejo Municipal.

Sin embargo, esta renovada y rigurosa ordenanza de poco serviría, si no se garantiza una atenta y prolija fiscalización. La voluntad en el combate de los ensuciadores urbanos debe ser potente, para terminar con ello de una vez por todas. Así, Puerto Montt no desperdiciaría recursos económicos en reparar el daño que hasta ahora se hace, ni su prestigio turístico se vería mermado por esa irrespetuosidad e inescrupulosas conductas.