Si el agresor sabía quién era su víctima, la agresión que sufrió el senador Fulvio Rossi, es un ataque también a nuestra institucionalidad. En este sentido, es el Ministerio Público, quien deberá determinar o bien suponen delitos de atentado a la autoridad y lesiones menos graves o pudiesen sumarse otros ilícitos. Sin embargo, la respuesta debe ser con apego al debido proceso, respetándose la presunción de inocencia, bajo una defensa técnica del o los imputados si es que son detenidos y formalizados, evitando juicios apriorísticos o mensajes de odio. Ello, porque existe la posibilidad, según también se ha informado por los medios, que el atacante pueda ser un extranjero y sabemos en el ardor de la contienda electoral, el tema de la inmigración y la delincuencia tienden a asociarse erróneamente, y también a convertirse en eslóganes de campaña. Sea quien sea el que agredió al senador - chileno o extranjero- debe ser tratado por el sistema procesal sin ninguna forma de discriminación, y lo mismo debe ocurrir desde la vereda de las vocerías. Es decir, que este lamentable hecho, no sirva de justificación para relevar posiciones de odio y rechazo a la diversidad cultural. Las denuncias por delitos cometidos por migrantes en Chile, apenas bordean el medio punto porcentual; aproximadamente, cinco mil extranjeros son detenidos al año, y poco más de dos mil se encuentran recluidos en cárceles chilenas.

Al otro lado de la moneda, cerca de seis mil extranjeros son víctimas de delitos en Chile anualmente. Pero así como el Estado ha demostrado deficiencia en la readecuación de nuestra política migratoria, también ha sido incapaz de desarrollar una política criminal adecuada respecto de la criminalidad extranjera en el país. El desafío justamente está en definir estrategias antidelictuales - preventivas y de control- que puedan enfrentar eficientemente esta realidad criminal foránea, pero insistimos, siempre con respeto absoluto de los derechos del migrante -que en su mayoría se encuentra en condición de vulnerabilidad-, y reafirmando con visión de futuro la importancia de la integración y la multiculturalidad.

Jorge Chocair Lahsen.

Académico Facultad de Derecho Universidad Andrés Bello.

Hace mucho rato que la Región de Los Lagos se ha esforzado por proyectar al mundo un perfil turístico. Ya sea de intereses especiales, deportes extremos, gastronómico, ruta de tradiciones o incluso -ahora último- el turismo rural. Desde varias aristas hay gente que está reclamando su espacio para dar a conocer nuestras potencialidades.

Con un paisaje que, por cierto, es el punto de inicio para situarnos como atracción mundial, en el último tiempo incluso se han invertido grandes cantidades de dinero para tener una "política de turismo", vinculando a nuestra zona incluso con un logo reconocible a primera vista (un chucao).

La capital regional, por su parte y de manera paralela, bajo la administración municipal actual se ha esmerado en reiterar que su vocación -increíblemente por sobre los servicios- debiera ser turística. "La puerta de entrada de la Patagonia", se intentó forzadamente nombrarla hace algunos años, pero tanto en esa época como ahora se ve mucho más discurso que acciones.

A nivel de autoridad, las políticas implementadas pueden ser más o menos cuestionables, pero en lo específico, hay un punto en donde flaqueamos: la profesionalización de quienes trabajan con los turistas en el tú a tú.

Son pocos los encargados de oficinas o departamentos turísticos en la zona que lideran desde el conocimiento apropiado, desde un nivel de inglés que les permita interactuar con quienes corresponda y con los saberes técnicos o universitarios que entreguen herramientas de competencia con otros destinos destacados del mundo. Hasta hace poco tiempo, de hecho, una de las principales autoridades del rubro ni siquiera sabía hablar en inglés.

Es imperativo tener a nivel local carreras que formen a nuestros jóvenes en la excelencia para no solo quedarse en el discurso y creer que con nuestros paisajes basta. Administrar y cómo atender es clave para crecer y consolidarse. Las instituciones de educación tienen que tenerlo claro.