Parricidio en Pto. Montt I
En representación de la Comisión de Protección a Personas con Enfermedad Mental (Corpprem) de la Región de Los Lagos, queremos expresar nuestra preocupación por la forma en que se ha hecho referencia a casos recientes de connotación social.
Ha sido lugar común el asociar casos de criminalidad con presencia de enfermedades mentales, en circunstancia que no existe una mayor presencia de conductas violentas o criminales en población psiquiátrica que lo existe en población general.
Las causas de una conducta violenta no están en una enfermedad mental, sino en una serie de factores sociales y culturales que facilitan la expresión de esta. Las personas con enfermedades mentales ya cargan con el estigma de ser considerados diferentes; cargar además con la marca de ser considerados potenciales criminales es falso, injusto y discriminador.
Saúl Moncada Romero, Secretario Ejecutivo Corpprem Región de Los Lagos
Parricidio en Pto. Montt II
La noticia de la muerte de Jovita Aravena a manos de su único hijo, que
estremeció a los puertomontinos hace pocos días, obliga a reflexionar sobre cómo algunas enfermedades malditas pueden llevar a un tan doloroso desenlace.
Jovita, mujer a quien conocí en tanto madre amorosa y dedicada, acompañó a su hijo en ese largo padecer, que se inició en la adolescencia temprana.
Cuando, de modo repentino, aquél dejó de ser quien hasta entonces prometía. Pese a que era muy improbable que un paciente con una enfermedad de tales características recuperara completamente la naturaleza que exhibía hasta antes de que su mente se escindiera, mantuvo Jovita siempre intacto el anhelo de que su muy querido hijo lo hiciera completamente.
Esperaba, como cualquier padre de cierta edad, que su hijo discapacitado pudiera ser suficientemente autónomo al momento de ya no estar más para él. Esa era también preocupación de su hijo, que Jovita no sufriera la angustia de tal incertidumbre.
La actitud de este joven desde el primer día, hace ya más de diez años, fue de compromiso con el trabajo de recuperación, en gran parte con el afán de dar paz a Jovita. Avanzó lenta pero decididamente, siempre con la compañía de su madre. Y, cuando dichos esfuerzos, de magnitud que uno apenas puede imaginar, lo habían acercado a meta tan deseada, la enfermedad -que no merece nombre- lo impidió, para apresar nuevamente su alma, después de esperar sigilosamente el momento propicio, y, con ello, dar un zarpazo mortal a la madre.
Precisamente a aquella, la más respetable de todas las madres, la que no se amilanaba ante los avatares de algo que no había sido fruto de elección alguna, sino de la vertiente que a veces mana envenenada de la propia naturaleza; aquella que no se quejaba y arrostraba lo que nadie quería estar expuesto a vivir: que un hijo sufriera sin pausa, y que sólo quedara aferrarse a las escasas probabilidades de que no persistieran cicatrices deformantes. Tuve la gran suerte de conocer a Jovita y la de conocer a otras mujeres asombrosas. Esposas e hijas que cuidaron a costa de la propia postergación a sus maridos o a sus padres hasta incluso cuando ya no restaba nada de lo que habían sido antes de enfermar.
Que esta cultura decadente nos prodigue de seres así de nobles no puede más que hacernos sentir esperanzados en un futuro en que sea natural para la mayoría actuar del modo generoso en que Jovita lo hizo. Después de un tan triste acontecimiento, pareciera ingenuo suponer que el hijo de Jovita pudiere retomar el camino interrumpido, pero con el apoyo de los cercanos, que sé ya han sido un soporte significativo, no será nada improbable que alcance nuevamente el nivel hasta hace un año conseguido Más complejo será que, una vez recuperada la lucidez, pueda integrar haber acabado con la vida de quien siempre estuvo ahí y a quien tanto quiso y respetó. Mis más sentidas condolencias a quien no está en condiciones de recibirlas, a los hermanos de Jovita y a sus sobrinos por tan sensible pérdida.
Alejandro Meersohn Oyarzo
Metro en "Chile"
Metros y trenes de cercanía se inauguran en "Chile", es decir en Santiago. Aquí, en la Region de Los Lagos, es decir, "el resto del país", las promesas de activar proyectos similares duermen el sueño de los justos. Sueño despierto, algún día ver al menos, un tren de acercamiento que uniera, Frutillar, Llanquihue, Puerto Varas, Alerce para llegar sumergiéndose cual metro en la estación La Paloma para aparecer en las estaciones Plaza de Armas, Rodoviario y Angelmó. ¿Por qué no ?
Soñar para nosotros los chilenos de segunda clase, al menos no cuesta nada.
Iván Konar Silva