Sacando lustre a la distinción marítima
Siendo la bahía y la cuenca del Reloncaví un gran atractivo turístico de Pto. Montt, urge librarlas de toda contaminación.
Si hay algo consistente e irrefutable es que Puerto Montt tiene la influyente importancia que ostenta, más que nada gracias a su condición marítima, resaltada aún más por el bellísimo paisaje circundante y la calma de sus aguas. Lo que significa que un capital de desarrollo -tan preciado como su mar- amerita una atención especial, particularmente en cuanto a su preservación incontaminada y el adecuado acondicionamiento para ser disfrutado por todos como su tesoro más valioso, sobre todo, en los ámbitos del progresar desde el turismo.
Preocupa que los malos olores que suelen impregnar la avenida costanera, la mugre que flota en el borde costero y las basuras que quedan a la vista en los roqueríos y playas con las bajas mareas, sean una demostración de escaso afecto y cuidado por nuestra bahía. Lo que no es más que el reflejo del contrasentido que implica descuidar negligentemente lo más valioso que tenemos, en circunstancias que ese mar característico debiera ser el recurso que más se proteja y esmere en conservar libre de todo deterioro que huele a contaminación.
Velar entonces por ese cuidado marítimo, -sello distintivo de Puerto Montt-, es primordial deber de las autoridades y también un hábito obligado de la población porteña. No ensuciar el mar, comenzando por usar los depósitos destinados a los desperdicios. Así como mantener en óptimas condiciones el gran emisario submarino que lleva mar afuera las aguas servidas y evitar toda descarga ilegal en el borde costero a través de una perseverante y eficiente fiscalización; mientras que de igual modo deben ser controlados los residuos industriales líquidos que se descargan en la red de alcantarillado.
Así como nos empeñamos en tierra en conservar limpia y ordenada nuestra ciudad, siendo puerto, esos esfuerzos de aseo e impecable presentación deben volcarse también sobre nuestra rada.
La calidad portuaria, marítima, de la capital de la Región de Los Lagos, a menudo es el principal acicate que atrae a los turistas por estos confines. Por eso, es deber conservar su rada esplendorosa.