La idea de gestionar las realidades locales de Puerto Montt y Puerto Varas, especialmente en lo que respecta a su crecimiento urbano, es una idea que merece una especial atención. Lo anterior, en función de las efectividades de los objetivos proyectados en la iniciativa, así como las razones que generan el planteamiento. En función de esto último, resulta importante señalar que durante los últimos años, la mayoría de las comunas en Chile se han comportado como unidades políticas con escasa comunicación y coordinación respecto a otras comunas vecinas. Diferencias políticas e ideológicas entre alcaldes de distintas bancadas, así como la ausencia de una mirada de futuro de las respectivas comunas han generado no sólo una oleada de malos instrumentos de planificación, sino también una forzada e improductiva identidad de competencia y discriminación entre los habitantes de comunas vecinas. Hoy, en buena parte de los países desarrollados, las urbes han decidido- especialmente aquellas que se sitúan en áreas metropolitanas- compartir experiencias en lo que respecta a la gestión de sus respectivas realidades, mostrándose receptivas a la hora de escuchar planteamientos y activas a la hora de presentar los suyos a otras. Esta mirada colaborativa se debió a un cambio de paradigma en el modelo de desarrollo multidimensional de esas sociedades, pasando de una mirada expansionista que usufructuaba del territorio a una que buscaba limitar su expansión territorial a través de la instalación de un modelo de planificación territorial basado en la cooperación, que proyecta a las urbes a un período de 50 años en función de la materialización de índices de calidad de vida muy superiores a las proyecciones lineales asociadas a la expansión demográfica y territorial. Lo fundamental para que esta mirada tuviera éxito fue que estas acciones, desarrolladas en su mayoría en el marco de sistemas de gobiernos de tipo federal, se presentaron como leyes que generaban obligaciones para las autoridades de dichas urbes. De esta forma, el crecimiento inteligente y armónico de las ciudades no quedaba en la voluntad de las autoridades, sino en la obligatoriedad de la norma jurídica.

Pedro Díaz Polanco. Director de la Escuela de Administración Pública. Universidad Austral de Chile.

El hecho de que en el último tiempo Puerto Montt ocupe sitiales de privilegio (top cinco) en los sondeos especializados, en cuanto a las preferencias turísticas sobre destinos de viaje en fechas especiales, no necesariamente significa que esos visitantes vengan para permanecer a la capital de la Región de Los Lagos, ya que generalmente desembarcan aquí para dirigirse a otros lugares.

Como así lo han reconocido recién -ante nuestro matutino- algunos influyentes líderes del turismo puertomontino, esta adversa situación, que se arrastra de años y parece ser inveterada, no habría cambiado mucho. Esto, en el sentido de que Puerto Montt continúe siendo el "pasadizo" (no el paraíso) distribuidor de turistas que prefieren acudir a otros puntos sureños que les parecen más acogedores. Lo que significa que localmente sigue habiendo incapacidad de retención de aquellos visitantes, porque de otra manera permanecerían un mayor tiempo en este puerto. Y así reportar ingresos sustantivos, que se desperdician.

Comparten la reflexión, Jorge Tramón, presidente del Comité de Turismo de la Cámara de Comercio de Puerto Montt, y Fernando Orellana, timonel de la Comisión de Turismo del Concejo Municipal. Coinciden en comprobar que la oferta local muestra sus flaquezas, al carecer de una voluntad y definición más potente.

Puerto Montt posee muchos atractivos de paisaje natural y marítimo, de cultura, patrimonio y gastronomía, entre otros. Están sus temporales teatrales, sus ferias autóctonas, sus circuitos costumbristas, su núcleo Angelmó-Tenglo (en desarrollo), sus rutas marítimas de la historia insular y terrestres con sus barriadas pretéritas, junto a sus monumentos de trayectoria religiosa y de carácter social. En fin, tenemos mucho que mostrar y compartir con las visitas. Pero no estamos convencidos de su importancia turística, ya que tampoco acertamos en una adecuada promoción de este potencial. Si sólo Monte Verde estuviera operativo… Pero no, el magno hallazgo arqueológico global sigue estando, pero sin verse... Así, no esperen que muchos se queden.