La semana pasada el gobierno presentó el proyecto de ley con el que se busca modernizar la regulación relativa a la migración. Nuestra ley data de 1975 y durante estos 42 años sin duda alguna el escenario ha cambiado mucho. Ha cambiado en el mundo y en Chile.
¿Cómo estaba Chile el año 1975? En general, nuestro país era una nación bastante pobre. Más de la mitad de los poco más de 10 millones de personas en Chile era pobre, la expectativa de vida era de 65 años (hoy supera los 81 años), el acceso a la educación estaba en manos de unos pocos y existían pocas instituciones de educación superior para que los jóvenes de la época estudiaran. Chile, no era el destino turístico más cotizado de la región.
Hoy, de acuerdo al mismo Mensaje del proyecto enviado por la presidenta Bachelet, de acuerdo "a la encuesta CASEN del año 2015, el número de extranjeros residentes en Chile ha aumentado de 154 mil en el año 2006 a 465 mil al año 2015, lo que equivale a cerca de un 200% en menos de 10 años". ¿Por qué este aumento explosivo? Porque durante la década de los 80 se impulsaron reformas económicas que permitieron un desarrollo y crecimiento de nuestra sociedad, se reforzó la propiedad privada, se redactó una Constitución diseñada explícitamente para pasar a un régimen democrática con elecciones periódicas de parlamentarios y gobiernos, y se buscó impulsar la libre competencia como un valor para el desarrollo de los mercados. Luego, durante la década de los 90, los gobiernos de la extinta Concertación, impulsaron reformas políticas y sociales con especial cuidado por aquellas instituciones que permitían que Chile creciera y se potenciara como un referente en el continente.
Así, fue que nos convertimos en un destino deseado, interesante. Un país de mejores oportunidades para sus habitantes. El tiempo ha pasado y es hora de modernizar y ajustar a los nuevos tiempos nuestra regulación migratoria, sobre todo si el modelo de desarrollo económico de libre mercado resultó, y nos volvió un país en el que nuestros vecinos quieren vivir. Por mi parte, estoy a favor. Chile es un país de inmigrantes y este es un fenómeno muy positivo para todos los países.
Llegan ideas novedosas, se impulsan industrias que se habían debilitado, se crean lazos con personas con culturas diferentes que nos pueden enriquecer. Pero todo esto debe ser dentro de un marco regulatorio ordenado, de reglas claras. Por eso, invito al gobierno a discutir con la prudencia necesaria este proyecto, porque nos puede servir para los próximos 40 años. Si eso queremos, debemos conversar con calma y sin la presión propia de una época de elecciones. Una lástima que el gobierno no haya impulsado antes esta ley, pero ya que el debate está abierto, mi llamado, es a discutir de forma razonable.
Felipe de Mussy Hiriart,
diputado de la República