Al comenzar agosto, debemos tener presente que se trata de un mes muy especial. Que, sobre todo, nos concede la inapreciable y excepcional oportunidad de practicar la virtud de la solidaridad con las personas más desamparadas y pobres de la sociedad. Con aquellos que no logran escapar de la sobrevivencia en marginales campamentos. Con los que se refugian en algún rincón de nuestras calles. Con los más olvidados y carentes de una existencia digna…
Este es el mes, en que un 18 de agosto de 1952, fallece el Padre Alberto Hurtado, el más grande baluarte y ejemplo de amor a los más pobres. Por cuya dignificación luchó toda su vida, motivando a los chilenos a ver el sufrimiento de Cristo en ellos y ayudarlos a recuperarse como ciudadanos normales. Especialmente, a los niños y adolescentes, a quienes amorosamente el hoy santo religioso llamaba "patroncitos". Ese día 18, fue instaurado por el Congreso Nacional en 1994 como el Día de la Solidaridad en Chile, en conmemoración de la muerte del inolvidable religioso jesuita. Y se han agregado otras variadas actividades sociales, en el curso de este mes, relacionadas con la ayuda a los más necesitados.
Fue así como nació en Santiago, gracias al Padre Hurtado, la más grande e influyente obra de amor, el Hogar de Cristo, el principal refugio de los desvalidos y olvidados. Que tiempo después se fue replicando a través de todo el territorio. Como ocurrió en Puerto Montt, con la creación en 1983, en calle Miraflores, con de la Hospedería Cristo Pobre, gracias a una iniciativa liderada por diácono Jaime Díaz y el respaldo del Arzobispado. Años después, la noble tarea solidaria creció y fue necesario trasladarla a calle Buin, hasta ahora; aunque pronto deberá cumplir un nuevo cambio a un más espacioso y mejor equipado recinto, en calle Chorrillos, donde se brindará un servicio más integral y eficiente a los humildes protegidos.
Agosto es también la gran ocasión para fortalecer el Hogar de Cristo, con más socios y voluntarios. El gran anhelo de la filial en P. Montt y la zona.