Al recordarse hoy que hace 164 años -27 de junio de 1853- se dictó el decreto de fundación de Puerto Montt, como una población denominada Astilleros de Melipulli, como cabecera del territorio de la colonización de Llanquihue, -tema abordado ayer en este mismo espacio-, es de oportunidad, igualmente, tener siempre presente en el alma puertomontina sus tres principales símbolos, que son su Bandera, Escudo e Himno, no siempre considerados y atesorados de acuerdo a la dimensión profunda de identidad y calidad patrimonial que representan.
El escudo de Puerto Montt, de creación del artista pintor local Elizardo Bravo, que hoy luce en su frontis el edificio céntrico de la Municipalidad, en alguna etapa del devenir local vio resentida su representatividad con otro emblema incompatible con la historia y simbología auténticamente nuestra.
En cuanto a la bandera de la capital de la Región de Los Lagos, cuya fecha oficial de su nacimiento señala el 12 de febrero de 1975 como tal, no hay claridad en cuanto a su autor, pues disputan ese privilegio los puertomontinos Hugo John, Tótila Linz y Sergio Candia. Incómoda situación que, sin duda, da pie para que el municipio se ocupe de puntualizar la verdadera historia de la gestación del emblema de Puerto Montt, que entre sus pliegues luce la silueta de la tradicional lancha chilota.
Luego, está el himno de nuestra ciudad puerto, de letra y música de quien fuera medio siglo director del Diario El Llanquihue, el periodista Ewaldo Hohmann Jünemann. Y cuya grabación -con la Banda Instrumental del Regimiento Sangra- se cristalizó en 1995, en presencia de autoridades y del comunicador Héctor Pérez García, recientemente fallecido, repartiéndose los cassettes en escuelas locales, en el anhelo de que se popularizara y se entonase sobre todo en las ceremonias de mayor importancia.
Falta reforzamiento con estos tres grandes símbolos. Lucirlos más y con el mayor orgullo. Es lo que requiere con una bandera, sin definición de su autoría, y con el himno, que nadie conoce ni canta.