Una pequeña fábula cuenta que el miedo tocó a la puerta. Salió a abrir la fe, y no había nadie. Es una experiencia humana que el temor nos paraliza y confunde, impidiéndonos pensar y actuar con serenidad. En cambio, confiar prudentemente, nos da libertad e iniciativa. Hoy, como ayer, en muchas partes arrecia la persecución religiosa, y muchos cristianos, especialmente, viven sometidos a duras pruebas a causa de su fe.
La Palabra de Dios nos trae hoy - como un anticipo de la pasión de Jesús- la confesión del profeta Jeremías: "Hasta mis amigos más íntimos acechaban mi caída", y su confianza en Dios: "Pero el Señor está conmigo como un guerrero temible… mis perseguidores no prevalecerán… porque a Ti he encomendado mi causa".
En el evangelio (Mt 10, 26-33), Jesús da instrucciones a los discípulos que envía a la misión, y tres veces les dice: "No teman a los hombres" ni a los que matan el cuerpo pero no pueden matar el alma. Lo único que debemos temer es el Juicio de Dios. Por el contrario, los incita a hablar francamente sin temor en nombre del Señor proclamando desde los terrados lo escuchado al oído, porque el mensaje oculto debe ser dado a conocer a todos. El rechazo que van a sufrir los discípulos, en vez de desanimarlos debe motivarlos a una gran confianza en el Padre del cielo que cuida de los suyos, más que de los pajarillos, pues hasta los cabellos de su cabeza están contados.
En la cercanía de celebrar el martirio de los apóstoles Pedro y Pablo, el Señor nos infunde aliento y esperanza, ya que la Palabra tiene fuerza por sí misma y el Espíritu de la verdad nos hace libres frente a los poderes humanos. Debemos sí, reconocer abiertamente a Cristo delante de los hombres, superando falsas prudencias o el temor a las consecuencias del anuncio, y entonces El nos reconocerá ante su Padre del cielo. Pero, renegará ante el Padre de aquel que lo niegue delante de los hombres.
Jesús, que puso su vida en manos del Padre, nos dice:" En el mundo tendréis tribulaciones. Pero, ánimo, Yo he vencido al mundo" (Jn 16, 33).
Cristián Caro Cordero. Arzobispo de Puerto Montt.