A propósito del edificio colapsado y en ruinas, que por el decenio de los 80 prestó servicios de Salud en las cercanías de la hoy Intendencia Regional, y al cual le espera una pronta demolición, por su irreversible deterioro y estar convertido en refugio de antisociales, no han faltado quienes se oponen a esa decisión por considerarlo una suerte de edificación patrimonial que debería preservarse. Sin embargo, sus deplorables condiciones de destrucción física e insalubridad, además de una escasa identidad localista, indefectiblemente acaban por justificar su eliminación y reemplazo por otras habilitaciones que respondan a necesidades de mayor urgencia.
Por ejemplo, algunas propuestas señalan la conveniencia de levantar en ese espacio todas las dependencias de los servicios, relacionados con el gobierno regional, que actualmente no tienen cupo en la infraestructura de la Intendencia y que, por ello, se encuentran arrendando locales en sectores ajenos en distintas partes de la ciudad. Una obra así no sólo aglutinaría -como corresponde- en un solo recinto a los organismos gubernativos, sino que ahorraría importantes recursos económicos que actualmente se destinan a los referidos alquileres.
Otra idea es erigir en la superficie que dejarán esas ruinas una pequeña área verde, con juegos para niños, e instalar bajo su superficie estacionamientos vehiculares subterráneos, los que también deberían construirse si hacia allí se extendiera la infraestructura de la Intendencia.
También, es un proyecto muy anhelado, -y que sería un gran aporte para Puerto Montt, sobre todo en materia de área verdes, donde la ciudad está bastante deficitaria-, el de la habilitación de un gran Parque Natural y de las Artes en los terrenos del ex puerto petrolero en Egaña alto con Vista Hermosa.
Los puertomontinos sueñan con avances urbanos de esta categoría. Están cansados del encementamiento de la ciudad, que ahoga y estresa. La gente, los niños en especial, ansían el verdor de la naturaleza como una compañía más cercana.