Este martes el ex Presidente Sebastián Piñera frente a todo el país mostró su opción por ser candidato a La Moneda. En un acto marcado de simbolismos republicanos y con un importante marco de público que llegó desde los distintos rincones del país, dio el inicio de lo que en los próximos meses será su campaña presidencial.

El gran acto se vio fortalecido días después con la decisión de dos importantes partidos de Chile Vamos, que entregaron el sustento político a ese proyecto que busca traer tiempos mejores para todos los chilenos. La Unión Demócrata Independiente (UDI) y luego, durante el fin de semana, Renovación Nacional (RN), proclamaron a Sebastián Piñera como su candidato presidencial. El Partido Regionalista Independiente (PRI) ya había hecho lo mismo en diciembre. En definitiva, nuestra casa está ordenada. Mientras en otros sectores aún no existe ninguna claridad, en Chile Vamos de manera transparente ya se dio a conocer a la ciudadanía la pieza fundamental de su hoja de ruta para retornar a La Moneda. Desde hoy en cada una de las regiones, y obviamente también en la en Región de Los Lagos, comenzaremos a encantar almas que se sumen a una futura administración que busca que Chile avance con todos, levantando equipos y propuestas aterrizadas a nuestros territorios.

La alternativa que encabeza el ex Presidente Piñera propone retomar aquellas materias más urgentes para la ciudadanía: volver a crecer y crear empleos; hacer de Chile un país más seguro; hacerse cargo de una buena vez de la calidad de la educación y, especialmente, de lo que ocurre en la sala de clases; superar la crisis de la salud; e integrar a los adultos mayores. Los países avanzan si con visión de Estado colocan sus esfuerzos en construir sobre la obra de sus antecesores, corrigiendo errores y profundizando los aciertos. Sin embargo, no se avanza si parte de cero en cada período. Por ello, se desterrará para siempre la lógica de la retroexcavadora, que nunca debió haber surgido. Hay que priorizar la unidad y el diálogo, antes que división y conflictos.

Por Jaime Brahm Barril,

ex intendente de la Región de Los Lagos.

Las deficiencias, los errores, los desaciertos urbanos, hay que corregirlos a penas detectados, para evitar que se agraven y pasen a engrosar desidias susceptibles de transformarse en características que ahuyentan y desprestigian, sobre todo en el marco turístico y de los visitantes.

Esto, a propósito de las sucesivas críticas ciudadanas surgidas en el último tiempo desde la propia comunidad, como de los turistas que llegan a conocernos. Lo que se refleja en sus reproches relacionados con la falta de aseo tanto en el centro de Puerto Montt, como en sus diversos sectores poblacionales, como es el caso de los miradores cochinos y estropeados. Se habla, a menudo, de una "ciudad sucia y descuidada", cuya innegable belleza paisajística, infortunadamente, se opaca con semejante falencia en una ciudad estratégicamente tan importante como la capital de la Región de Los Lagos. Un contrasentido difícil de explicar y soportar.

Cuando el pueblo, la gente, reclama con tanto encono y persistencia, es porque en realidad algo no está funcionando, en este caso en el aseo regular y sostenido de la ciudad. Por lo demás, los reportajes y crónicas de nuestros periodistas, cartas e imágenes enviadas a nuestro diario por los lectores, dan cuenta objetiva y rotunda de estas anomalías locales.

Es habitual ver los depósitos de basuras rebalsados y con los desechos diseminados en los alrededores, revueltos por animales y menesterosos. Como también observar escombros y voluminosos objetos en desuso, junto a esos contenedores.

Esto no puede continuar así. Urge un cambio de conducta de la gente, para manejar responsablemente sus desperdicios. Y, a su vez, las instituciones recolectoras funcionar como corresponde y, sobre todo, como se ha prometido, instalar periódicamente en los barrios el sistema de tolvas para los desechos de mayores tamaños. Si Puerto Montt está dispuesto a convertirse en el gran atractivo turístico de la Patagonia, tiene que comenzar por destacar por su limpieza y orden. De la mano con una hospitalidad cálida y orgullosa de esas virtudes.