Son días de fiesta y reflexión, los que vive la ciudad de Puerto Montt y este Diario. Ambos coinciden en su aniversario y en sus propósitos. Ciertamente, ambos quieren lo mejor para el territorio. Mejorar la calidad de vida de los habitantes de esta capital regional, así como de las comunas vecinas, es desde siempre, el anhelo de todos. Y en aquel contexto, junto con celebrar y dar rienda suelta a la alegría natural de cumplir un nuevo año de vida, conviene poner el acento en aquellos aspectos que pueden aparecer como deficitarios, así como destacar a las personas llamadas a transformar la realidad actual, porque serán los líderes del futuro.

Desde hace cinco años, Diario El Llanquihue, en el contexto de su aniversario, destaca a 50 jóvenes de las más diversas actividades y disciplinas, que durante el último año, han contribuido a mejorar el entorno con sus acciones. Son los jóvenes llamados a liderar las transformaciones que vendrán, y que merecen nuestro reconocimiento y empuje, porque en la medida que reconozcamos el trabajo de quienes se la están jugando por la región, contribuimos a la validación pública de sus actos, y éstos se pueden afianzar en el tiempo.

Paralelamente, tanto en la edición especial que circula hoy, como en el Tema del Día de El Llanquihue, abordamos el aniversario de la ciudad de Puerto Montt desde la perspectiva constructiva de ver qué le hace falta a la ciudad, qué le regalaríamos con motivo de su cumpleaños; porque al poner en relieve aquellos aspectos que aparecen como deficitarios, y que se han transformado en las grandes urgencias locales, contribuimos a su erradicación.

Puerto Montt ha crecido de manera exponencial, sin mayor planificación, y aquello ha generado problemas conocidos. Es tiempo de volver a ponerlos de manifiesto, para apurar su solución, o al menos, para priorizarlos. Porque el mejoramiento de aquellos aspectos problemáticos, más la puesta en valor de aquellos líderes positivos que transforman realidades, harán de esta capital regional un mejor lugar para vivir.

Jesús enseña a los discípulos que la justicia que deben practicar debe ser superior a la de los escribas y los fariseos, para entrar en el Reino de los Cielos. En este sentido, profundiza en el tema de los mandamientos. Recuerda que el mandamiento de "no matar" tiene relación también con la ira y el enojo frente al prójimo.

Habla sobre el adulterio y enseña que quien ya mira a una mujer deseándola ya ha cometido adulterio en el corazón. Frente a los juramentos ("No jurarás en falso testimonio y cumplirás tus juramentos al Señor"), nos pide no jurar de ninguna manera, pues nuestro sí debe ser sí y nuestro no debe ser no, ya que lo que se añade procede del Maligno (cfr Mt 5, 20-37). De este modo, Jesús da un sentido nuevo a los mandamientos, perfeccionándolos. Ya no basta con un cumplimiento frío y mecánico de la ley, como era el estilo legalista de los escribas y los fariseos, algo propio de la mentalidad de la época. Ahora importa la adhesión del corazón, la pureza de intenciones. Por medio de la práctica de los mandamientos nos quiere decir que lo importante es manifestar nuestro amor al prójimo. Al hablar del mandamiento de no matar, da importancia a nuestros sentimientos e intenciones.

De hecho, muchas veces podemos pensar que no cometemos este tipo de pecado, pero la verdad es que con nuestros enojos, el resentimiento, cuando calumniamos u ofendemos con nuestras palabras, gestos y actitudes, matamos la dicha, la paz y la fama del prójimo. Es una invitación a defender la honra y la vida de las personas. Nos exhorta a vivir en el amor y no en el odio.

Cuando se refiere a los pecados sexuales y a la infidelidad matrimonial, aclara que la raíz está en el corazón del hombre. El pecado de adulterio, tiene que ver con nuestros pensamientos y deseos. En el fondo, Jesús nos pide que vivamos en el amor auténtico, cuidando lo que pensamos o deseamos de los demás. En este sentido, todos somos llamados a purificar nuestra alma y nuestro corazón, intentando tener buenas intenciones frente al prójimo. Así nos pide cambiar desde el interior da cada uno de nosotros.

Pbro. Dr. Tulio Soto. Vicario General del Arzobispado de Puerto Montt.