El terremoto que el pasado 25 de diciembre afecto la provincia de Chiloé puso de relieve, nuevamente, una serie de necesidades que experimentan los habitantes de este vasto territorio. Necesidades que lamentablemente -y de no mediar una crisis- suelen quedar fuera del foco de atención de los medios, de la opinión pública e incluso de las instituciones del Estado. Y si bien el sismo no provocó víctimas fatales y su impacto sobre la infraestructura fue limitado, dejó de manifiesto la urgencia de avanzar en el mejoramiento de la ruta costera de la isla con un estándar adecuado para servir de alternativa al tráfico de vehículos pesados. El MOP a través de sus diversas direcciones está realizando grandes avances en infraestructura a lo largo de toda la isla, tanto con proyectos de vialidad como de borde costero urbano. No obstante, resulta necesario atender las voces de los vecinos de localidades más pequeñas y aisladas, que claman por mejores vías y por acceso a servicios básicos como el agua potable y la energía. El terremoto fue un hecho aislado. Sin embargo, otros problemas como el déficit hídrico y la falta de empleo se han vuelto regulares. Chiloé posee un innegable potencial y necesita de una política clara que apunte al fortalecimiento y la diversificación de sus actividades productivas. No podemos seguir operando desde la urgencia, ni intentando resolver problemas -hoy de fondo- con bonos especiales para superar la contingencia.

La falta de agua potable y de energía en los sectores rurales, la necesidad permanente de mejorar los caminos secundarios y la conveniencia de implementar planes que permitan innovar en la producción acuícola y agrícola, deben convertirse en una prioridad de Estado. En septiembre último, entregué al gobierno una propuesta de trabajo que considera un conjunto de líneas de acción para impulsar la diversificación productiva en Chiloé, con especial énfasis en la pesca y la producción acuícola de pequeña escala, reorientando los recursos públicos hoy existentes para dar mayor eficiencia a la investigación y el acompañamiento técnico en estas materias a las organizaciones locales de Chiloé.

Rabindranath Quinteros Lara. Senador de la República Región de Los Lagos.

Mientras sigamos postergando, como hasta ahora, el desarrollo del recurso e identidad más importante que posee Puerto Montt -su borde costero y potencialidades marítimas-, no faltarán los estudios ni las críticas referidos a esa evidente falencia nuestra. Como el reciente de la Universidad Católica del Norte, que ha concluido en su investigación que la nuestra "es la ciudad más atrasada en contar con un plan de basura y reciclaje" en el marco de la limpieza y potenciamiento de sus costas marinas.

Aunque no dejan de perturbar y de azoar, semejantes exploraciones que reprochan nuestras deficiencias, y sobre todo cuando estamos entusiasmados encabezando los escalafones con Puerto Montt como uno de los destinos turísticos preferidos, tenemos que reconocer que esa gran falla es precisamente nuestra endeble conciencia marítima. Como que si viviéramos de espaldas al mar, sin tomarlo mayormente en cuenta. Porque además de ensuciarlo desde sus riberas mismas -algo que siempre llama la atención de las visitas-, hasta impedimos la visión de su paisaje levantando panderetas y cierros, como ocurre la zona de Chinquihue canal de Tenglo adentro, además de mantener en esas aguas -por años- oxidados y derruidos despojos de embarcaciones, que dañan la belleza del singular paraje.

Todos los años se proclama la necesidad optimizar y embellecer nuestro bordemar, pero nunca se concreta. Se habla mucho sobre el tema, pero sin poner manos a la obra.

Si hay un atributo por el que debería sobresalir Puerto Montt -de manera rotundamente impresionante- es por la calidad de su borde costero. Que, sin embargo, no destaca precisamente por sus virtudes, sino por el descuido en que se encuentra y por lo poco atractivo que es. Es una costanera mal equipada, gris, incómoda, de flojo ornato y, para colmos, sucia. Que no cautiva y ahuyenta. En circunstancias que -si hubiera preocupación por ella- tendría que ser el corazón y la esencia de Puerto Montt, cuya bahía nadie querría dejar de conocer.