Este año 2016, que llega a su término, nos ha impuesto una dura tarea a los productores de materia prima (comodities), esto dado a la constante fluctuación de los precios en el mercado internacional, los stocks existentes, las entradas y salidas del mercado chino y la menor producción en algunos hemisferios de principal relevancia del sector lácteo. No obstante, nuestros asociados han debido transitar por un sendero de incertidumbre, tanto es aspectos económicos como de orden climático, lo que en definitiva se ha traducido en una baja considerable de la recepción y en una notable pérdida de rentabilidad. Debido a esto, y para contrarrestar estos vaivenes, muchos han tenido de, forzosamente liquidar sus animales, incrementar su endeudamiento y los casos más extremos, cerrar sus lecherías (hasta el momento van aproximadamente 40). EL gobierno ha mencionado que el problema de precios de la leche es un tema entre privados, pero cuando se lesionan los ingresos de varias regiones y que afectan el PIB, deja de ser un asunto de las empresas y se transforma en una problemática social. Es por ello que las autoridades no pueden soslayar una situación como esta de forma tan liviana. Creemos que el camino está en agregar valor a nuestra materia prima, organizar ventas en conjunto a través de algún tipo de organización, llámese cooperativa u otros, que ingrese al mercado y aumente la competitividad. Sabemos que esto no es fácil, por el predominio de las transnacionales, pero en la medida que este tipo de modelos se incremente, podremos ir ganando terreno dentro del mercado nacional e internacional. Esto se ratifica en el hecho de que en los últimos meses ha habido un aumento en el precio internacional, por sobre un 30%, lo que nos hace el siguiente cuestionamiento: ¿por qué las industria no ha incrementado el precio a productor? ¿Por qué el precio al consumidor ha subido? ¿Quién se está llevando el diferencial? Es por esto que encontramos necesario recomponer las conversaciones, la confianza en el sentido de que todos los eslabones de la cadena, productores, industriales y retail, deben tener la ganancia justa, que el mercado les está asignando.

Alexis Fuentes Loyola.

Ingeniero Agrónomo. Gerente de Agrollanquihue.

Otra noticia grata, edificante y alentadora, para terminar en Puerto Montt el año con mucho optimismo y disposición solidaria para el que viene, es la que se refiere al avance de las obras de construcción de la nueva estructura de la hospedería del Hogar de Cristo, que, en el barrio puerto, albergará esta vez a 110 personas en vulnerables condiciones de desamparo.

Según lo informado, la obra estará lista en abril del 2017, gracias a los recursos, del orden los 2 mil millones de pesos, aportados por el Fondo Nacional de Desarrollo Regional, con apoyo municipal.

Todos los esfuerzos tras la edificación de este nuevo recinto se han concentrado en dar más espacios y un mejor equipamiento, en aras de una vida más digna para quienes se refugian bajo el manto amoroso y protector del legado de amparo al desvalido del Padre Alberto Hurtado, santo fundador de esta benemérita institución.

Esta es, sin duda, una gran tarea fraterna, que mucho contribuye en el combate de la pobreza en el plano regional y nacional. Merecedora, por consiguiente, del mayor apoyo posible desde el ámbito gubernamental al ciudadano, tratándose de rescatar para Chile a estos hombres y mujeres que les ha tocado enfrentar la cara más sombría y sacrificada de la existencia humana. A aquellos más pobres, abandonados y olvidados, de los cuales se encarga -con admirable vocación humanitaria- esa maravillosa gente que le da vida al Hogar de Cristo con su abnegada y solidaria entrega a tan noble causa. Misión que -para crecer y recuperar a sus protegidos- requiere cada vez más de nuevos voluntarios y socios colaboradores. Para los cuales la Filial mantiene sus puertas abiertas y así prolongar muchos años más esta tarea, que con tanto fervor encargó continuar el Padre Hurtado, su egregio creador e impulsor.

Atrás quedarán los esforzados inicios del "Cristo Pobre" en Miraflores, de los 80´, y de mejoras en calle Buin, en los 2000. En adelante, el barrio puerto será testigo del renacer de esta obra de amor a los más desvalidos, que sueñan con su nuevo refugio.