Hace unas semanas se realizó en la sede de la OIT en Santiago el lanzamiento de la Mesa Laboral de la Industria, donde concurrieron la Central Autónoma de Trabajadores, la Unión Nacional de Trabajadores y la Sofofa. El propósito de establecer esta mesa es contar con una instancia de diálogo permanente, que permita avanzar en propuestas que mejoren las relaciones laborales y promuevan una nueva visión centrada en las personas y su bienestar. No significa dejar de lado las diferencias que podemos tener en muchos temas, sino que entender que ellas no son un obstáculo al diálogo constructivo.

En el debate público se nos muestra habitualmente en bandos opuestos, mientras que, en la realidad práctica de cada empresa, esta relación resulta cotidiana y de colaboración. La prueba práctica del perjuicio que causa esta distorsión está en las encuestas, donde siempre aparece una diferencia que parece inexplicable entre la imagen que los consultados tienen de las relaciones laborales en su propia empresa -mayoritariamente positiva-, comparada con la imagen que tienen de las relaciones entre trabajadores y empresas en general -mayoritariamente negativa-.

Esta distorsión no es neutra, sino que genera daños para la sociedad, porque desincentiva el diálogo y alienta el conflicto social. Quien conoce las empresas por dentro sabe que tanto los colaboradores como los empleadores trabajan por un mismo objetivo: que a su empresa le vaya bien, y no hay razón para que esa actitud constructiva no se extienda a toda la sociedad.

Tenemos mucho camino por recorrer, pero sabemos que es un camino que se construye sobre la base de la confianza y la colaboración. En Chile y la Región de Los Lagos hay cientos de empresas, de todos los tamaños, y éstas funcionan gracias al esfuerzo conjunto de empresarios y trabajadores. Debemos generar entonces un nuevo ambiente de relaciones laborales. En esa nueva relación empresa-trabajador está también la clave del futuro de la economía regional y, en definitiva, la clave del futuro de nuestro país.

Hermann von Mühlenbrock Presidente Sofofa

Cada vez que se habla o anuncia algo en torno al sempiterno proyecto de construcción de un gran Bulevar en el centro de Puerto Montt (calle Varas), lo primero que revive en la memoria de los porteños es el tema de la madeja de cables que ensucian la visión y el ambiente en las principales arterias céntricas de la capital regional. Un problema urbano que las autoridades de todos los tiempos han estado dispuestas a erradicar, pero sin hechos concretos; sólo buenas intenciones.

Lo cierto es que la señalada es una de las limitaciones ambientales de esta ciudad, que no deja de preocupar y de causar molestias en la población.

Además de configurar un repelente aspecto estético y reflejar una descuidada ciudad, -que contrasta con la disposición desarrollista local en torno al turismo- estas telarañas de cablerío aéreo entre los postes céntricos se las considera una de las consecuencias negativas del crecimiento económico e inmobiliario de Puerto Montt. Y cuando hubo etapas en que estos elementos colgaban, la molestia fue mayor. Sobre todo para los automovilistas y peatones que debían esquivarlos. Y de acuerdo a estimaciones, esta problemática de la contaminación visual local se ha originado en el hecho de que para la mayoría de las empresas comunicacionales resultaba menos oneroso instalar nuevos cables, que reparar o sacar los que ya habían cumplido su vida útil.

Conviene anotar que en 2006 hubo un positivo intento de eliminar estos lunares urbanos que ensombrecen el área céntrica, con la participación de las empresas telefónica, eléctrica y de televisión. La idea era llegar a la instalación de estos cables a nivel subterráneo y así hacer un buen aporte al proyecto del Bulevar, destinado justamente a contribuir substancialmente a la modernización del centro de la ciudad. Etapa en la cual la Compañía Telefónica del Sur bajaba la mayor parte de su cableado desplegándolo bajo tierra, dando un ejemplo que emular. Cuando se menciona el Bulevar, revive el anhelo de que se construya y así también se acabe la contaminación visual del cablerío.