Una nueva jornada solidaria es la que se avecina para nuestro país. El próximo 2 y 3 de diciembre tendrá lugar la Teletón, un evento importante que a lo largo de los años ha servido para unir a los chilenos. Si bien los tiempos no son los mejores para nuestro país desde el punto de vista económico, el cumplir con la meta es un éxito del cual todos nos debemos sentir orgullosos. Son 27 horas de amor -como suele denominarse- que en realidad comienzan mucho antes, con el aporte que cada uno empieza a realizar durante los meses previos. Sin embargo, el mantener esta obra es una tarea que debiera extenderse mucho más allá de dos días y la preocupación por las personas en situación de discapacidad es algo que debiese ser permanente y duradero. Puerto Montt es una ciudades que tiene un centro, al que no sólo llegan pacientes de la capital regional sino que de las ciudades aledañas en busca de su recuperación y de poder contar con las herramientas que les permitan mejorar su calidad de vida. Ahí, en el edificio de Egaña 650 está el más fiel reflejo de lo que es la Teletón y de todo lo que aporta para que esta sociedad sea cada vez mejor. Pero las oportunidades no sólo tienen que estar en esta infraestructura también tienen que estar en todos los estamentos de la sociedad y no sólo los días 2 y 3 de diciembre, sino que los 365 días del año. Respetar y aumentar los estacionamientos destinados para ellos, brindarles oportunidades laborales e invertir en obras que les permitan una mayor integración y desplazamiento son algunas de las tareas que como sociedad se necesitan profundizar. Aún existen deudas en este plano que tienen que ser canceladas. El recinto de la capital regional atiende a más de 2 mil niños y a sus familiares, según informa la propia Teletón. Fue inaugurada un 7 de diciembre de 1990 gracias a los aportes recibidos en la jornada benéfica de la Octava Teletón. Si ello no hubiera ocurrido, lo más seguro es que la situación de estos menores y de sus familias sería muy distinta a la que viven ahora. Por eso la Teletón es nuestra obra, debemos cuidarla y hacerla dura mucho más allá de dos días al año.

Presente en la cultura popular durante generaciones, un antiguo dicho criollo ha definido a quienes no son capaces de reconocer situaciones adversas, interpretar las señales de distinto tipo, o atender los fenómenos que muestra la realidad. "No hay peor sordo que el que no quiere oír, ni ciego que el que no quiere ver", dice la frase. Este adagio hoy puede describir la actual situación de un Gobierno que parece haber entrado en una etapa terminal, quedando a la espera del avance del calendario que nada puede detener. Ingresa a esta recta de inercia más allá que por mero un plazo administrativo, sino que por el rápido desgaste que nos muestra a través de señales contradictorias. A mediados de año el Ejecutivo llamaba a la participación, a escuchar a la ciudadanía, en un costoso proceso constituyente del cual hasta hoy se desconocen los resultados. La invitación de las autoridades era a dialogar sobre la nueva constitución hecha a la medida de los chilenos, en una convocatoria que no logró despertar el interés esperado, para la cual incluso se debió extender el plazo. Durante la discusión presupuestaria 2016, el Congreso aprobó un total de 2 mil 800 millones a los ministerios del Interior, Secretaria General de Gobierno y Secretaria General de la Presidencia para la realización de este proceso. Meses después finalizó el paro de funcionarios públicos más largo desde el retorno a la democracia, movimiento de tres semanas que no logró generar efectos en la inflexibilidad del Gobierno que mantuvo su oferta de reajuste en un 3,2%. Esto nos demuestra que atrás quedaron los días del llamado al diálogo escuchado durante el proceso que habría buscado sentar las bases de una nueva constitución. En definitiva, el gobierno que llamó a participar a los ciudadanos, no fue capaz de escuchar las demandas de sus trabajadores, sin importar además los efectos de la extensa movilización en la población y especialmente en los usuarios de los distintos servicios municipales y ministeriales, como salud, aduanas, jardines infantiles, entre otros. Sencillamente, es un nuevo caso de un sordo que no quiere oír.

Por Jaime Brahm Barril, ex intendente de la Región de Los Lagos.