Hemos cumplido una nueva jornada de elecciones que nos dejó tres grandes temas sobre la mesa: la abstención, el voto de las mujeres, que es más significativo que el de los hombres (aún no está publicado el dato del 2016, el 2013 votaron 55% mujeres, 45% hombres). Y los liderazgos ya no responden a los patrones tradicionales.

El domingo 23 de octubre, cuando se comenzaron a conocer los resultados de las elecciones, los telespectadores chilenos pudimos ver desde nuestras casas los distintos estilos de liderazgo que ejercen quienes pretenden representarnos.

Citando a un querido profesor, observamos el liderazgo basado en el poder y el liderazgo movilizador; el cliché del liderazgo femenino y masculino y un adelanto de lo que será el liderazgo del S. XXI. Queda claro que estilos de liderazgo hay muchos y que nuestros dirigentes tienen mucho que aprender: lo que fue ya no es, y claramente no volverá.

En Providencia ganó Evelyn Matthei, política con amplia trayectoria de servicio público, una mujer criticada muchas veces, especialmente en el ámbito masculino, por su estilo duro, claro y a veces confrontacional; en otra Katherine Barriga, una mujer joven, con una imagen aparentemente superficial -muy femenina- para quienes el color rosado es símbolo de debilidad, pero que demostró ser capaz de trabajar con inteligencia y profesionalismo para lograr su meta.

Dos actitudes opuestas ante la derrota, por un lado el profesionalismo y seniority político, serenidad e hidalguía de Carolina Tohá, quien a pesar de sus esfuerzos y duro trabajo no pudo mantenerse en el cargo; y por otro lado la ex alcaldesa de Providencia que no supo entender el significado de su derrota ni de los riesgos que se corren al ocupar un cargo público.

Por otro lado inesperadamente destaca el liderazgo de Felipe Alessandri, un trabajador incansable de bajo perfil, para muchos un desconocido hasta ese momento; René de la Vega alcalde de Conchalí, una persona polifacética, ecléctica como son los tiempos actuales, y Jorge Sharp, nuestra expresión del movimiento Podemos de España y Syriza de Grecia, quien dirigirá una comuna tan especial como Valparaíso. Son liderazgos emergentes, distintos.

La jornada planteó la duda sobre el estilo del dirigente que queremos, que nos hace falta y que sabrá interpretarnos.

Amparo Carmona

Socia BC&B, Experta en Conciliación Vida-familia-trabajo.

Aunque la abstención sea la principal característica de las últimas votaciones municipales, y sea el síntoma inequívoco de que a una gran mayoría ni le va ni le viene quien dirige los destinos de las comunas, quienes resultaron electos tienen un enorme desafío por delante.

Nuestra democracia -al menos en cuanto el derecho a sufragar y elegir- se está resquebrajando y cada día está más débil. Los lamentos del pasado, donde se nos impuso un gobierno, se desvanecen y pierden sentido ahora que podemos acudir a las urnas y no lo hacemos. El desafío, entonces, no solo es enorme, sino es doble.

Quienes el lunes 24 de octubre se despertaron sabiendo que liderarán nuestras comunas por los próximos cuatro años, deben entender que el objetivo inmediato es reencantar a nuestra población. Gobernar con cerca del 10% de respaldo, del total del universo de votantes posibles -como el caso de algunas de nuestras ciudades-, es saber que muy poca gente se dio el trabajo de ir a respaldar una gestión (para los que repostulaban) o una propuesta (para los desafiantes). Por lo tanto, ahora hay que incluir a los vecinos en la administración, hay que escuchar más, hay que terminar con las malas prácticas y el descrédito exagerado (aunque muy bien ganado) de nuestras autoridades. Muchos de ellos, que con una sonrisa buscan votos y en decisiones entre cuatro paredes se asignan viajes injustificados, entregan recursos para pagar favores políticos y utilizan dineros públicos para fines cuestionables.

De lo anterior surge el segundo objetivo para quienes asuman: hay que cumplir con las promesas de la campaña, de esta, o de la anterior. Puerto Montt sigue con enormes deudas en su planificación y hay diversos recintos deportivos que llevan más de cuatro años solo en promesas. Puerto Varas está sumida, entre otras cosas, en una profunda crisis económica y de Educación Municipal. Frutillar y Los Muermos registran índices de pobreza alarmantes y las comunas más cercanas a Chiloé lidian a diario con las consecuencias de la Marea Roja y para eso hay que planificar e ir en ayuda de los vecinos.

¡Alcaldes! Es hora de cumplir y no sólo eso, es hora de que dignifiquen el mandato que les entregaron, que demuestren que su trabajo está inspirado por el bien de las comunas, y que la gente vuelta a tener -al menos- la esperanza de que los políticos no son solo palabras bonitas y corrupción. El futuro de nuestra sociedad no es un juego y para resurgir hay que partir por casa y los municipios son el primer paso.