Una importante oportunidad más, se presenta a la comunidad puertomontina -para demostrar de manera concreta el enorme aprecio y gratitud que siente hacia Bomberos de Puerto Montt- participando en la Gran Riga Gigante de esta noble institución a finales de año y cuya venta de números -a mil pesos- se iniciará por estos días.

Así como los valerosos caballeros del fuego están hondamente agradecidos del apoyo económico ciudadano, que se manifiesta en la campaña del sobre y el sorteo anual, la población también está muy reconocida del generoso e indispensable servicio bomberil. Siempre presente en las tragedias de incendios, entre otras desgracias, desplegando todos sus medios materiales y capacidades humanas. Son bomberos animados sólo por la vocación de auxiliar al prójimo en situaciones desesperadas, sin importarles el riesgo de sus propias vidas.

En el marco de esta ayuda mutua, es que el Cuerpo de Bomberos de Puerto Montt espera recaudar en su rifa esta vez 120 millones de pesos y para lo cual dispones de valiosos premios, siendo los principales dos automóviles cero kilómetros. El año pasado ese aporte solidario fue del orden de los $100 millones, que ahora se anhela superar.

No hay que olvidar que todos estos fondos son invertidos en la adquisición de material mayor (el 26% de los carros son del año 2016) y en la capacitación de los voluntarios. Modernización que permite responder con alta eficacia a los requerimientos del crecimiento demográfico local y fuerte incremento de emergencias. Prueba de lo cual son las salidas bomberiles, que de mil 300 diarias en 2005 aumentaron a 3 mil 900 el pasado 2015. Lo que implica mayores costos operacionales, enfrentados por los recursos de la solidaridad ciudadana, como del Ministerio del Interior y subvención municipal.

Llama la atención que la colaboración empresarial a Bomberos en Puerto Montt sólo ascienda al 1%, en circunstancias que el socorro bomberil suele llegar también en las emergencias de este sector productivo, que por su complejidad demandan un servicio más especializado y oneroso.

En todo caso, para Bomberos no hay distingos. Donde sea imperioso su auxilio, allí estarán.

Hay síntomas -como el desafecto a la Iglesia y al magisterio de sus pastores, el abandono de la oración y de los sacramentos- que revelan una profunda crisis de fe en muchas personas hoy. La confusión valórica es consecuencia y causa de dicha crisis de fe. Cuando falta la luz de la fe, todo se vuelve confuso y es imposible distinguir el bien del mal. ¿No está pasando eso al presente?

En el evangelio de este domingo (Lc 17, 5-10), los apóstoles le piden al Señor: "Auméntanos la fe". Y Jesús sorprende con su respuesta: "Si tuvierais fe como un granito de mostaza, dirías a esta morera: "Arráncate y trasplántate al mar" y os obedecería". Es decir, la fe -confianza en el poder de Dios- obtiene lo imposible. Por ella se trasladan montañas de dificultades y árboles de raíces poderosas si está en el plan de Dios. La fe es un don de Dios que hay que pedir y a la vez buscar y cultivar. Se recibe como una semilla en el bautismo y crece por la oración, la escucha y acogida de la palabra de Dios y la recepción de los sacramentos. "La fe nace del encuentro con el Dios vivo que nos llama y nos revela su amor, un amor que nos precede y en el que nos podemos apoyar para estar seguros y construir la vida" (Francisco, L.F., 4)

No hay que pensar que la fe es un salto que damos en el vacío, por falta de luz, movidos por un sentimiento ciego; o como una luz subjetiva, capaz quizás de enardecer el corazón, de dar consuelo privado, pero que no se puede proponer a los demás como una luz objetiva y común para alumbrar el camino. No, la fe gracias a su unión intrínseca con la verdad - acerca de Dios, del hombre y del mundo- es capaz de ofrecer una luz nueva capaz de iluminar toda la existencia del hombre y de dar seguridad a sus pasos ( ib, 3 y 24). Por lo mismo, hay que conocer los contenidos de la fe y adherir de mente y corazón a ellos.

Entonces, la verdad nos ilumina y nos hace libres para amar y servir. Por la fe, se supera el miedo de dar testimonio de Jesús mediante el Espíritu Santo que habita en nosotros, dice san Pablo a su discípulo Timoteo. Por la fe somos servidores que hacemos lo que nos corresponde, con humildad y a sabiendas de que no somos indispensables. Encontramos en ello toda nuestra satisfacción sin exigir garantías especiales del Señor, ya que El nos ha servido primero. "Sucumbirá quien no tiene el alma recta, mas el justo por su fe vivirá" sabiendo que el Señor llegará sin retraso -para dar a cada uno lo que le toca- aunque nos parezca que tarda (cf. Hab 2, 3-4).

Cristián Caro Cordero. Arzobispo de Puerto Montt.

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