Otro puertomontino ejemplar y generoso con la comunidad, a la cual ayudaba en diversos frentes desde su misión de liderazgo empresarial en nuestra zona, junto con contribuir al desarrollo regional, ha partido al infinito: Jaime Almonacid Villarroel (QEPD), quien, sin mayores aspavientos, junto a sus padres y hermanos, hicieron de su grupo familiar -con mucho trabajo y sacrificios- un pionero y granítico pilar de emprendimiento en estos confines, a través del rubro del transporte, que permitió fortalecer y diversificar la conexión por tierra y mar con las regiones del norte y más al sur.
Jaime Almonacid, gerente general de las Empresas Cruz del Sur, compartía esas exigentes responsabilidades, que desempañaba con mucha pasión, vocación emprendedora y visión futurista, con iniciativas de colaboración en otras entidades, motivado por las inquietudes de su alma solidaria. Compartía, así, ese bullente espíritu de servicio en actividades y organizaciones de bien, como el Centro para el Progreso, el Consejo Local de Deportes, la Cámara de Comercio, Armasur, Cuerpo de Bomberos, entidades gremiales afines, entre otros, además de estar siempre dispuesto a prestar ayuda por el éxito de competiciones deportivas, especialmente de básquetbol y fútbol. Nunca se negaba, cuando requerían de su respaldo, incluso con publicidad de sostén cultural y del deporte.
Este recordado ejecutivo del transporte sureño, de apariencia tranquila y corazón caritativo, de humilde y silencioso proceder, no necesitaba de ir por la vida estruendosamente, buscando admiración y aplausos. Porque sus obras humanitarias, su ejemplo de laboriosidad y dedicación, su sensibilidad humana, su amor familiar, hacían ruido por sí solas y lo retrataban como alguien muy especial y querible.
De poco hablar, pero de mucho hacer, Jaime Almonacid Villarroel ha legado una especial impronta de laboriosidad, perseverancia, progreso y logros, pensando en un aporte social que moderniza y desarrolla, pero que también humaniza, da trabajo y proporciona bienestar.
La partida de estos grandes personajes, acongoja. Pero el mejor consuelo será siempre seguir la huella preclara que han dejado.