No deja de inquietar o sorprender, que nuestra larguísima y angosta faja terrestre, a estas alturas de la modernidad y de los grandes adelantos tecnológicos, -mientras en otras naciones se incrementan los más sofisticados y veloces trenes- Chile continúe careciendo del esencial servicio ferroviario como puente de unión entre la capital del país y la zona sur austral, con Puerto Montt como sus estación más extrema. Un enorme recurso desarrollista, que se perdió hace varios lustros por desgaste de equipos y administración, como igualmente por falta de voluntad de resurgimiento y de visión futurista.

Desafortunadamente, las buenas intenciones del Centro para el Progreso de Puerto Montt, y su convicción de lucha por el rescate de ese vital medio de transporte terrestre, que con el paso de los años se hace más indispensable, se han ido diluyendo. No por falta de entusiasmo, sino que por inesperadas situaciones ocurridas y justamente cuando se iban a dar pasos más concretos por la reactivación ferroviaria. Como es el caso del fenómeno de las algas que contaminaron en la zona los productos del mar, el que afectó a la industria del salmón y los efectos colaterales de cesantía y crisis económica, que por largos meses ha estado remeciendo a nuestra región. Lógicamente, toda la atención ha estado puesta en resolver tan prioritarias emergencias, a las que habían antecedido catástrofes como la erupción del volcán Calbuco.

De manera que la tenaz y perseverante campaña pro tren del CPP -que hace algunos años tuvo el respaldo firmado de más de 40 mil adherentes-, y que incluso en un momento contó con apoyo en el Parlamento, se ha visto forzosamente detenida y a la espera de oportunidades más propicias.

Entretanto, se ha anunciado desde Santiago la puesta en servicio de un tren especial Santiago-Temuco y cada cierto tiempo, por estos lares, se habla del imperativo de activar la marcha de un ferrocarril de cercanía, que cubriese las necesidades de transporte entre Osorno y Puerto Montt.

Lo concreto es que, con estas iniciativas, no se hace más que reconocer la enorme importancia que sigue teniendo el ferrocarril y que más temprano que tarde volverá a estos confines en gloria y majestad.

Más allá de las responsabilidades políticas que se tratan de buscar producto de los hechos lamentables que hemos conocido en el Sename, lo importante es que nos concentremos en el problema de fondo. No nos olvidemos que estamos hablando de los niños y adolescentes más vulnerables de nuestro país. Aquellos que en su mayoría han sido víctimas de violencia intrafamiliar, maltrato físico y psicológico, muchas veces abusados sexualmente y expuestos a un entorno relacionado con las drogas. El Estado tiene que hacerse cargo de estas víctimas de las fallas de nuestra sociedad. Y no debemos acentuar estos maltratos en las dependencias o casas de acogida de que dispone el Sename De lo contrario, no nos lamentemos después en las condiciones en que esos niños salgan a la sociedad. Nada positivo podemos esperar de su intento de reinserción social si mientras estuvieron en un supuesto proceso de formación en el Sename, se les violaron sus derechos humanos básicos. Desde el año 2005 hasta mayo del presente año han muerto 186 niños que se encontraban a cargo del cuidado del Sename. De ese listado 8 niños fallecieron en el incendio del Centro de Detención de Menores, llamado "Tiempo de Crecer", de nuestra Región. Al mismo tiempo, en diciembre del año 2015, los funcionarios del Sename de la Región de Los Lagos se movilizaron porque reclamaban por las precarias condiciones del centro para menores de la ciudad de Puerto Montt, en donde sostuvieron que se ponía en riesgo no solo la seguridad de ellos sino que también la de los menores. Confiamos en el profesionalismo de nuestro fiscal regional, señor Marcos Emilfork, a cargo de las investigaciones, que llevará el caso a buen término. Pero la gravedad de esta situación amerita que todas las autoridades nos aboquemos de inmediato a trabajar en una política nacional de la infancia, que se haga cargo del cuidado y de formar a estos jóvenes que en su gran mayoría les ha tocado una vida muy hostil. La institucionalidad actual del Sename entró en crisis. Debemos crear las condiciones en estos centros de acogida que realmente se preocupen de una eficaz educación laboral y escolar, acceso a una atención de salud física y psíquica de los jóvenes, programas de reinserción integral de estos adolescentes en un lugar apropiado y acorde a estos propósitos. Mucho más importante que financiar la educación a los jóvenes con recursos para hacerlo (el gobierno pretende gratuidad universal) es destinarlos a estos jóvenes que quedaron marginados.

Senador de la República. Región de Los Lagos.

Iván Moreira Barros.