Cuando en medio del egoísmo, la intolerancia y la agresividad, que, cual plaga, campea y amenaza con sofocar y ahogar hasta el más mínimo asomo de buenas intenciones, emergen, inspirados y vigorosos, iluminadores ejemplos juveniles humanitarios -como el de los alumnos de la Universidad San Sebastián, que socorren a las familias de Chiloé damnificadas de la crisis de la Marea Roja-, es imperioso apresurarse a destacar, estimular, congratular y agradecer a tan admirablemente solidarios jóvenes universitarios porteños. Cuya actitud, sensibilidad, iniciativa y determinación, -para ir en ayuda del prójimo sufriente-, refleja que mientras haya en nuestro país una juventud de ese calibre humano, con un corazón tan noble y generoso, hay futuro y certeras posibilidades de reencuentro, fraternidad, superación y grandeza.
Esta resplandeciente antorcha solidaria fue encendida por los alumnos de la USS, al imponerse de la tragedia marina que afectaba a muchas familias de estudiantes chilotes de esa universidad, que quedaron sin recursos a causa del fenómeno que envenenó a los productos del mar que aportaban a su sustento.
Presurosamente, emprendieron la campaña de ayuda. Sensibilizaron e interesaron por la urgente causa a las comunidades de Puerto Montt y de las otras ciudades con representación de USS. Y la respuesta fue también aleccionadora en desprendimiento y caridad. Se armaron 1.200 cajas con alimentos, que hoy jueves se transportarán en dos camiones a Ancud, Chiloé, para ser distribuidas por el Obispado insular a los grupos familiares más afectados del archipiélago.
El vicerrector de la Sede Patagonia de la Universidad San Sebastián, José Guillermo Leay, se mostró sumamente feliz y orgulloso de la generosidad de sus alumnos. Para él, la formación universitaria va de la mano con la humana, siendo imprescindible el aporte de principios valóricos, el amor al prójimo y el cultivo de la solidaridad en la convivencia de cada día.
He ahí, el secreto de una vida grata y de una profesionalización labrada con sentido solidario y mística de servicio. Puntales de una sociedad renovada, sin odios ni egoísmos. Humanitaria y optimista.