La meritoria campaña y clasificación de Deportes Puerto Montt a la Liguilla final -por un puesto en el ascenso a la Primera División del Fútbol Profesional Chileno-, trajo consigo, al mismo tiempo, el retorno masivo del público puertomontino al estadio más bello del país, el de Chinquihue, superándose los cinco mil espectadores, por jornada, en los últimos encuentros allí librados en esta decisiva etapa del balompié rentado nacional de la Primera B.
Dada la significativa importancia social que ha cobrado el popular deporte en el plano internacional y nacional -como factor de sano esparcimiento, motivación de cultura deportiva, opción profesional en la juventud y herramienta de fraternal convivencia-, conviene que Puerto Montt se esfuerce en consolidarse en un rango cada vez mayor en el fútbol chileno. Ojalá entreverado con los de mayor popularidad del país. Y así se justifique plenamente el extraordinario aporte que representa disponer de una joya de estadio como lo es el singular recinto junto al canal de Tenglo. Un escenario que, felizmente, alcanza todo su esplendor -justificando su existencia- cuando el público -en gran cantidad- lo transforma en una apasionante fiesta familiar, alentando a superarse y hacia la victoria al representativo puertomontino.
Así lo han sentido y entendido los jugadores y cuerpo técnico del plantel albiverde local, al conquistar -con ejemplar esfuerzo, garra, entrega y calidad- un puesto en la batalla decisiva por adjudicarse el cetro y el honor de jugar en primera en la venidera temporada. Lo que no deja de ser difícil y de representar un serio desafío para la escuadra del DT Erwin Durán, quien, merced a su ponderación y profesionalismo, no sólo ha hecho "milagros" con un equipo sin estrellas, humilde, pero de gran mística, sino que también ha sabido ganarse a la hinchada, para que se integre a la cruzada. De cuyo aliento -masivo y estruendoso-, en principal medida, dependerá asegurar las victorias cuando se juegue en casa, como así ha quedado demostrado en los recientes compromisos de anfitriones.
Con ese entusiasta respaldo, Puertogol campeonó y subió a Primera B. ¿Por qué no ahora -unidos también- para escalar al dominio de los grandes?