El testamento de Cristo
"Fiel al legado del Padre Hurtado, el Hogar de Cristo en esta zona socorre a varios cientos de personas desvalidas y proyecta nueva hospedería. Todo por la dignidad de esos compatriotas" "Acojamos con fe el testamento de Jesús, imitando su amor servicial y dando la vida por los demás"
Los días de duelo y los funerales mismos del ex Presidente Patricio Aylwin dieron lugar a múltiples expresiones de reconocimiento y gratitud por haber contribuido decisivamente a la paz en Chile y a la recuperación de la democracia en la década de los 90´. Pero, también -en estos tiempos de descrédito de la política- se ha subrayado especialmente su testimonio de integridad moral, su sentido de familia, su austeridad de vida y sus firmes convicciones humanistas y cristianas. Así, su legado es a la vez social y personal. Pareciera que Dios ha querido interpelar al pueblo chileno y a sus autoridades mostrándoles que el bien común debe ser buscado por encima del bien personal y que el camino es el diálogo, la sencillez de vida y el servicio motivado por el amor a Dios, a la patria y al prójimo.
Precisamente, el evangelio de este domingo (Jn 13, 31-35) nos presenta a Jesús en la Ultima Cena dejando a sus discípulos su testamento: el mandamiento nuevo del amor de unos con otros. "Como Yo los he amado, ámense también unos a otros. En esto conocerán todos que son mis discípulos, si se tienen amor unos a otros", dice Jesús. Este mandamiento, presente ya en la Ley del Antiguo Testamento, es "nuevo" porque Jesús lo eleva y lo amplía a gran perfección. Considera a todo ser humano como prójimo y llega hasta el perdón de los enemigos. El modelo es el amor del Padre que hace salir el sol sobre malos y buenos y manda la lluvia sobre justos y pecadores. Ese amor del Padre se ha manifestado en Cristo su Hijo, que pasó haciendo el bien y entregó su vida en la cruz por la redención de la humanidad. Por eso Jesús manda amar "como Yo los he amado". ¿Es posible amar así, dada nuestra inclinación al egoísmo? Es posible porque el amor de Dios se derrama en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado (cf. Rom 5,5)
El beato Paulo VI habló de construir una nueva civilización, la del amor. Nuestra sociedad, nuestra cultura, nuestro mundo sólo pueden "renovarse" de veras si tiene vigencia el amor desinteresado como el de Jesús (B. Villegas). La fuente del amor está en el corazón de Cristo y es su capacidad de darse y entregarse para ser nuestro Dios y nuestro hermano.
Se trata entonces de acoger con fe el testamento de Jesucristo, siguiendo sus pasos, imitando su amor servicial y dando la vida por los hermanos. Esta es la señal distintiva de los verdaderos discípulos de Jesús, y de la nueva civilización del amor que estamos llamados a construir.
+Cristián Caro Cordero. Arzobispo de Puerto Montt.