La gran deuda política
Gerardo González Doctor en Ciencias Políticas y Administración
Nuestro país no lo ha estado pasando muy bien en este último tiempo, sobre todo si lo miramos desde la óptica política. Aparte del destape de la colusión entre los grandes empresarios del país con la clase política, tanto para el financiamiento irregular de campañas como para el direccionamiento de importantes leyes que posteriormente se transforman en políticas públicas que regulan la convivencia al interior del país, también se agrega a este listado algo no menor para las regiones que tiene que ver con la promesa irrestricta de una efectiva "descentralización" cuestión que ya se transforma en la gran mentira permanente de muchos candidatos que toman la bandera de este tema y que cuando son electos y están en el poder se olvidan completamente, es más, se convierten en verdaderos defensores del centralismo santiaguino. Siempre ocurre que cuando hay eventos como seminarios o foros para tratar temas regionales con senadores y diputados de la propia región, éstos van y presentan majestuosamente sus power point y se retiran raudamente tras algún ministro o subsecretario para alguna inauguración o corte de cinta y así ojalá salir en la tele o en alguna foto del diario sin dar lugar a que les hagan preguntas para que respondan por sus actos -votaciones u opiniones en la sala del Senado o de la Cámara- ni menos para que eventualmente comprometan su apoyo para proyectos concretos que beneficien a su propia región.
Uno de los ejemplos más representativos fue la promesa de elección de los nuevos Intendentes, les cambiaron el nombre y se elegirán ahora a los nuevos "Gobernadores Regionales" y se eliminará la figura del Gobernador por un "Delegado Presidencial", o sea, una especia de gatopardismo electoral que beneficiará más al gobierno central que a la propia región, esto es un tema político y de poder en donde algunos parlamentarios sienten el temor de ser avasallados por nuevas figuras regionales que les pueden quitar votantes en sus feudos electorales. Por lo tanto la premisa es mantener el sistema político ojalá tal como está, con sus leyes de amarre electoral y de partidos que no dan espacio a la existencia de nuevas fuerzas políticas regionales, ojalá también con la menor educación política y cívica posible para que así se mantengan los mismos viejos padrones electorales y no ingresen nuevos militantes más preparados a los partidos porque pueden ser una seria amenaza para cambiar a las directivas oligarcas que siguen con sus mismas prácticas "mañosas de siempre" para mantenerse y no dejar el poder pero el problema es más de fondo, los partidos políticos chilenos no tienen un real soporte ideológico que los distingan, sino más bien son partidos "cartel" o funcionales al sistema y que en palabras del politólogo italiano Angelo Panebianco, son partidos o bloques de partidos que sólo existen para ganar elecciones y mantenerse en el poder. Es por eso el evidente desapego que existe entre la clase política y la instrumentalizada ciudadanía porque a fin de cuenta, los que gobiernan son los partidos.
Finalmente, se agrega el evento político reciente, el de la No inscripción de Primarias por parte de la Nueva Mayoría, aparte de ser un bochorno político de marca mayor no deja para nada convencido dicho actuar político y administrativo a los militantes, simpatizantes, ni menos a la ciudadanía que está cada vez más exigente y empoderada. Esto es más alimento para aumentar la negativa percepción ciudadana que tiene la gente respecto a los políticos pero a la élite política central/nacional poco le importa esto con tal de mantenerse "a todo evento" en el poder, con el correspondiente beneplácito de las directivas regionales de los partidos que han demostrado ser auténticos serviles y vasallos de las directivas centrales más que representantes de las demandas políticas regionales de sus propios militantes y de su propio partido. El próximo termómetro electoral decisivo serán las elecciones municipales, en donde se empezará a decantar el hasta ahora incierto devenir político del país.