Jesús nos llama a seguirlo
"Los huéspedes podrán conocer loberas, artesanía típica lugareña, gastronomía marina tradicional y enterarse de apasionantes leyendas e historias de vida en el mar" "Pidamos para que los jóvenes sigan el llamado del Señor al sacerdocio o a la vida religiosa"
San Juan nos narra que Jesús responde a los judíos: "Mis ovejas escuchan mi voz, Yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy Vida eterna y no perecerán jamás, y nadie las arrebatará de mis manos. Mi Padre, que me las ha dado, es superior a todos y nadie puede arrebatar nada de las manos de mi Padre. El Padre y Yo somos una sola cosa" (Jn 10, 27-30).
Jesús se presenta al mundo judío como el Buen Pastor. Él conoce a sus ovejas. Pero no se trata sólo de un conocimiento teórico o intelectual, sino basado en el amor. De hecho, cada persona es amada por Jesús. En esta relación de amor, la respuesta es el seguimiento fiel. Estamos llamados a responder al amor y la misericordia de Dios con un seguimiento desinteresado. Hoy día tendríamos que preguntarnos: ¿Seguimos de verdad y de corazón a Jesús? ¿Cómo podemos responder frente al amor misericordioso de Jesús? Sabemos que Jesús ha dado la vida por nosotros en la cruz (cfr Ap 7, 9. 14-17). Así demuestra su amor por nosotros. Pero este hecho provoca en nosotros una respuesta. Somos llamados a seguirle, cada uno de acuerdo a su propia condición. En efecto, cada cristiano debe encontrar el modo de seguirle cada día, escuchando su Palabra, recibiendo los sacramentos, testimoniando su amor ante el mundo y buscando la santidad en la vida cotidiana.
En el llamado de Dios, también existe una vocación particular, que se da propiamente en la vida sacerdotal o la vida consagrada. Dios llama a determinadas personas a seguirle de un modo radical, motivado por el amor a Dios y a la Iglesia. En este sentido, Dios no llama a seres perfectos, sino a personas débiles en muchos sentidos, también necesitadas de la misericordia del Señor.
El Papa nos ha recordado que necesitamos pastores "con olor a oveja". Esto significa que sean personas que deben estar en medio del pueblo, compartiendo sus gozos y sus sufrimientos. El modelo es siempre Jesús, que se compadece de su pueblo, lo guía y lo anima siempre.
Somos invitados a pedirle al dueño de la mies que envíe más operarios. La mies es mucha y los operarios son pocos (cfr Mt 9, 37). Pidamos para que muchos jóvenes respondan al llamado del Señor a servirle en el ministerio sacerdotal o en la vida religiosa. Que la Virgen María interceda para que no falten sacerdotes que anuncien fielmente el Evangelio y celebren los sacramentos, siendo testigos en medio del pueblo de Dios.
Pbro. Dr. Tulio Soto. Vicario General del Arzobispado de Puerto Montt.