La política, ya todos sabemos, está absolutamente desprestigiada. Y no sólo por lo evidente y más mediático, cuál es que sus actores se han visto involucrados en escándalos por el financiamiento ilegal de las campañas o en actos derechamente de corrupción, que están siendo investigados y veremos si finalmente tuvieron o no, características de delitos; pero de lo que no hay duda es que han sido conductas poco éticas y que claramente no están a la altura del estándar moral que la ciudadanía espera de sus representantes. Sino que además -la actividad está desprestigiada-, por un tema que cruza a la clase política en general y deja en evidencia la falta de liderazgo para generar grandes causas que abrazar. Porque para instalar públicamente una cruzada transversal y sostenerla en el tiempo con éxito; claramente hay que ser un líder con una visión de largo plazo que esté por sobre la contingencia. Y de eso, seamos francos, adolecemos. Porque la clase política sigue viviendo en una esfera distinta a la del común de los chilenos. No comprende que la ciudadanía hoy exige un comportamiento ya no sólo legal, sino que esencialmente moral. El país demanda líderes transparentes que den cuenta permanente de sus actos y que respondan las razonables inquietudes que pudiesen tener los ciudadanos a través de los periodistas, y no escudarse -como sucede en la actualidad-, en la lectura de comunicados o declaraciones públicas sin aceptar preguntas. El electorado pide una mirada de largo plazo y no sólo la solución coyuntural a la crisis de turno; porque aquello no es sustentable. En suma, la sociedad reclama liderazgos distintos, capaces de volver a instalar en la discusión ciudadana grandes causas. Si localizamos esta reflexión, convendría preguntarse, ¿hace cuántos años que la comunidad de Puerto Montt no se une en torno a un gran propósito? ¿Hace cuántos años que no hay un compromiso transversal en torno a ideales comunes o a objetivos concretos para el beneficio de todos?. Los más nostálgicos recordarán las luchas por el retorno del tren y los más contemporáneos evocarán las acciones realizadas para transformar a Puerto Montt en un destino competitivo para la industria de los cruceros. Pero aparte de eso, qué más hemos hecho como sociedad en el último tiempo para transformar nuestro entorno, mejorar nuestra calidad de vida o simplemente para defender lo que creemos justo o necesario… Poco verdad, muy poco. El desafío está lanzado. El país y esta región requieren de una mirada distinta para proyectarnos hacia el futuro, y no seguir pensando en la coyuntura, que muchas veces no nos deja ver el bosque.

Hace exactamente seis años, asumió la conducción del país el Presidente Sebastián Piñera, en lo que muchos analistas llamaron el término de la transición. En cuatro años se impulsó una mirada de Estado, con políticas públicas que buscaron desarrollar una sociedad de oportunidades y seguridades para todos. Tras el fin de la administración, y como corresponde a nuestro sistema democrático, el 11 de marzo de 2014 se hizo entrega del Gobierno a la administración que conduce la Presidenta Bachelet. Hace pocos se cumplió la mitad del actual período, iniciado lo que en términos futbolísticos podría llamarse segundo tiempo. Desde la perspectiva de la ciudadanía, esta primera mitad ha estado marcado por un juicio crítico respecto del rumbo de Chile y de la gestión quienes lo conducen. Una muestra de ello es el desplome de la aprobación presidencial, que marcó un 52% en marzo de 2014 y que hoy sólo llega a 23%.

Si bien en los últimos años se ha producido un importante deterioro de la confianza de los ciudadanos hacia las instituciones, este proceso se ha agudizado durante el actual mandato. Hace tan sólo dos años prácticamente ocho de cada 10 chilenos consideraba que el país iba por buen rumbo, pero hoy sólo el 23% de los ciudadanos tiene esa apreciación.

Hay muchas materias sensibles en las cuales el Gobierno de la Nueva Mayoría no exhibe buenas cifras, pero el empleo es sin duda una de las principales preocupaciones de los chilenos, y especial para nuestra Región de Los Lagos, cuando se vislumbra un complejo escenario para la industria del salmón.

Si bien la tasa de desempleo se ha mantenido estable, en rangos similares a los registrados al inicio del mandato (6,3% de promedio nacional), hay tres aspectos del mercado laboral que son preocupantes: la creación de puestos de trabajo ha caído significativamente, un importante retroceso en el empleo en el sector privado y un brusco descenso en el crecimiento de las remuneraciones, elementos que apuntan directamente a la economía de las familias chilenas, las que de acuerdo a las encuestas ya se formaron una opinión del actual Gobierno.

Por Jaime Brahm Barril,

ex intendente de la Región de Los Lagos