Cuando podemos apreciar el impresionante interés de los visitantes por conocer y disfrutar, en plenitud, el maravilloso paisaje marítimo que engalana a Puerto Montt -así comprobado en una reciente publicación de El Llanquihue-, podemos darnos cuenta de nuestro equivocado enfoque futurista, que aparece más mediterráneo que orientado al mar.
Si los turistas llegan a nuestra ciudad-puerto, lo hacen atraídos por los excepcionales y notables atributos marineros de la incomparable cuenca del seno del Reloncaví, salpicada de islas y con una muy cercana -Tenglo-, junto a las apacibles y tersas aguas que la circundan, en medio de un paisaje único enriquecido por imponentes centinelas volcánicos. Un edénico panorama, que resalta en toda su magnificencia, especialmente, en un verano como el presente de días soleados, transparentes y agradables, que invitan a una suave y reparadora navegación. El mar, sin duda, es lo que busca el viajero. Y si es bello como el nuestro, más todavía.
¿Qué significa ésto? Sin más, invertir -a fondo- en el desarrollo de los recursos marítimos de Puerto Montt. Llámense Angelmó, su borde costero, su costanera urbana, su puerto turístico, su isla Tenglo, su balneario de Pelluco, la zona de Chinquihue, en la habilitación de infraestructura para los deportes náuticos como el remo, entre otras iniciativas vinculadas al mar como la ruta insular de los conchales históricos.
Si todos acá estamos conscientes de que el porvenir puertomontino está en el turismo, de que éste es su principal pilar económico, entonces potenciemos con todo su principal atractivo: su entorno marítimo. Lo que equivale a facilitar su acceso a los visitantes, comenzando por atraerlos con una costanera creativamente ornamentada y recreacional; equipamientos y organización de primer orden, para los apetecidos paseos marítimos; con un Angelmó, amplio, encantador y lleno de sorpresas; con una isla Tenglo provista de conectividad para recorrerla y más integrada a la ciudad...En fin, lo tantas veces soñado y anhelado para nuestro puerto.
Si así como estamos de descuidados y desprolijos con nuestra identidad marítima, nos buscan, ¡cuánto más sería si le sacáramos brillo a ese atributo!