Consternados aún por el trágico y sensible deceso de un niño escolar atropellado por un vehículo en la riesgosa y congestionada ruta al aeropuerto El Tepual, la reflexión no puede ser otra que compartir el infinito dolor que aflige a la familia afectada y, sobre todo, recapacitar en cuanto a las deficiencias viales que influyen en el agravamiento de las fallas humanas que terminan en las fatales consecuencias que estamos lamentando.
Ya es hora de acabar con las tardías reacciones destinadas a dar soluciones, que sólo se activan con el costo de vidas, como lo prueba la experiencia. Es tiempo de que esa consabida mala costumbre de concretar lo que se debió hacer mucho antes, recién se haga cuando ocurre la desgracia que estaba prevista precisamente por aquellas inveteradas indolencias. Obras, ahora, para prevenir. No mañana, entre lágrimas.
El crecimiento demográfico de Puerto Montt ha sido impresionante en los últimos decenios y ha venido acompañado de un parque automotor desbordante. Lo que hizo que las estrechas calles de la ciudad se vieran sobrepasadas, incluyendo, en particular, la ruta hacia el terminal aéreo de El Tepual, a estas alturas entre los más requeridos del país. Lo que significa que esa carretera sea cada vez más transitada y que, por tanto, necesite estar provista de los mayores adelantos en seguridad vial, en cuanto a espacio, señalética, iluminación nocturna, reductores de velocidad, entre otros. Como también -y esto es muy importante- considerar la debida implementación que garantice el cruce peatonal libre de riesgos, como la demarcación de pasos habilitados, letreros y la instalación de pasarelas, que aseguren aún más el desplazamiento de la gente. Y, de manera muy imperiosa, en las zonas colindantes a planteles escolares.
De ahí que los dolidos habitantes del sector rural Lagunitas -donde ocurrió el accidente- insistan hoy, con tanta vehemencia, en que se instale una pasarela peatonal, particularmente en el área de escuela. Única manera de evitar tragedias como la sufrida, porque la imprudencia humana -en el caso de los conductores- tiende a repetirse; aunque siempre será indispensablemente útil mantener campañas del tránsito llamando a la conducción responsable.