El nuevo orden bélico mundial: Un grito que no calla
Gerardo González A. Doctor en Ciencia Política U. de Salamanca,
académico U. de Los Lagos
Nadie puede quedar indiferente al último ataque terrorista que ha sufrido Francia, específicamente su capital París, el fin de semana pasado, en donde hubo más de un centenar de víctimas fatales contabilizadas hasta ahora y que lamentablemente también incluye a chilenos.
Lo que está sucediendo en el mundo actual pasa un tanto inadvertido para aquellos países como el nuestro que "hoy por hoy" gozamos de una paz envidiable, pero no exenta de turbulencias y roces políticos y sociales -sobre todo con nuestro vecindario- que a fin de cuentas no se puede comparar ni en lo más mínimo con otros países que viven en constante lucha y donde los conflictos y la guerra constituyen el único código explícito para alcanzar una supuesta "paz", liberación de sus pueblos o la imposición universal de algún tipo de dogma y/o defensa de algún mezquino interés.
Samuel Huntington, politólogo y referente obligado sobre esta temática (y el más leído en el mundo a través de su obra "El choque de civilizaciones") ya adelantaba en los años 70' que los nuevos métodos y modelos de conflicto entre los pueblos no serían los típicos y tradicionales conocidos hasta ahora, sino que el nuevo proceder y orden bélico mundial tendría sus raíces en el choque de culturas y de civilizaciones diferentes entre sí, sin territorios identificables (pero mentalmente presentes), o sea, sin la figura de un Estado legal establecido lo que complejizaría aún más la manera de identificar a sus integrantes y contrarrestar las operaciones sangrientas a todo evento más aún en contra de personas inocentes como lo sucedido recientemente en París y anteriormente en otros territorios.
La especie humana es impredecible y los intereses o manifestaciones, sean del tipo que sean, pueden dar lugar a nuevos métodos de actuación extremas como la ocurrida recientemente en Francia u otras manifestaciones que ni siquiera imaginamos como podrían ser y donde ocurrir.
Daniel Rosales González Antropólogo
Docente Universidad Santo Tomás Puerto Montt
Los ataques del pasado viernes 13 de noviembre fueron hacia los lugares de diversión y ocio de un país desarrollado. Los blancos fueron civiles disfrutando de partidos de fútbol, en cafeterías, restaurant y salas de conciertos. Estos atentados no deberían ser leídos en blanco y negro. El horror ha estado presente desde hace años y lamentablemente es un grito que no calla. Francia ataca -desde septiembre de 2014- posiciones de Iraq y Siria en la denominada operación Chammal en contra del Estado Islámico. En menos de un año, París ha sido atacado en dos ocasiones por grupos terroristas.
En los últimos 30 años, las potencias controlan Medio Oriente como parte de la geopolítica de la guerra fría o del control económico militar. Además, de sus poblaciones originarias surgen potentes movimientos de revitalización cultural, que en algunos casos son violentos y se justifican por la intromisión política, económica y militar de los países occidentales.
Las últimas semanas han existido otros actos de terrorismo adjudicados a Isis; una bomba en Beirut (mató a 43 personas), un hombre bomba en Bagdad (mató a 20 personas) y un Avión de Pasajeros de Rusia que fue derribado con 224 personas a bordo. Así, la mayoría de los muertos del Estado Islámico no son occidentales, lo cual explica en parte la alta migración a Europa de los habitantes de esa zona.
La declaración de guerra del presidente galo Francois Hollande es un reconocimiento tácito al Estado Islámico. La postura del primer mandatario francés nos recuerda a la de George W. Bush y su guerra contra el terrorismo. USA después de los ataques al WTC en 2001, desestabilizó tanto a Iraq que de alguna forma preparó el camino para el Estado Islámico. Así, se debe mantener el llamado a la solidaridad y a la reflexión; pues los refugiados en Europa piden la misma Paz que parece perdida en París.