Con la frente en alto y con la más asistencia más alta de lo que va corrido el Mundial Sub 17, el Estadio Chinquihue despidió del torneo como la sede más austral y uno de las que mayor público atrajo en sus cuatro jornadas.
Y es que la jornada de anoche se presentó impecable en el coliseo puertomontino, con un público que llegó a los 8 mil 600 espectadores, que soportaron el frío y porque no dejaron de estar pendientes de lo que sucedía en el campo de juego y que vieron abrazarse a los centroamericanos.
Apoyo a los ticos
Un masivo público juvenil, pero también grupos familiares, fue el escenario que resultó similar al de las tres jornadas anteriores de la fase de grupos de la Copa del Mundo.
El público, ordenado, alentó mayoritariamente al equipo costarricense, que vistió una casaquilla muy similar a la Rojita sub 17 -algunos pensaron incluso que se trataba del equipo de Miguel Ponce- y que mantuvo a raya al cuadro galo durante el primer tiempo y también en la etapa de complemento.
Entre el respetable y en las tribunas generales, destacó un grupo de no más de 17 hinchas del país centroamericano, que llegaron a acompañando a sus hijos desde Concepción.
Roger González, padre del delantero del cuadro de los ticos, Esteban González, era uno de los más fervientes forofos que apoyaron a rabiar a sus jugadores durante la brega.
El oriundo de la capital San José no tuvo reparos en resaltar el paisaje sureño y en haber degustado el exquisito salmón durante esta semana.
"Nos tocó uno de los rivales más fuertes de la copa, pero este equipo ha mostrado que está dispuesto a dar la sorpresa. A los chicos los hemos acompañado desde muy lejos y estamos muy confiados en que podemos dar la pelea y en el fútbol todo puede suceder", subrayó el orgulloso padre.
17 fueron los costarricenses, familiares del equipo centroamericano, que apoyaron a sus compatriotas en octavos de final.