Ayer, 21 de septiembre, no sólo celebramos la llegada de la primavera, sino que también el Día del Trabajador Radial. De manera que, y como desde hace 73 años, fue la ocasión propicia para reconocer la labor de quienes por décadas, nos han acompañado al otro lado del receptor o del celular, o de los más variados dispositivos que hoy existen y permiten oír la radio.
El origen de la festividad se remonta a 1942, cuando bajo el Gobierno del Presidente Juan Antonio Ríos, se instauró al alero de la Asociación de Radiodifusores de Chile, Archi, el Día del Trabajador Radial; como una forma de reconocer la extenuante labor que dichos profesionales cumplían durante los actos propios de las Fiestas Patrias, cobertura de la Parada Militar incluida.
Han pasado los años y si bien en la actualidad el día no es sinónimo de descanso para los trabajadores radiales, su espíritu se mantiene inalterable; cumpliendo como siempre con una encomiable labor social, de servicio y compañía, como ha quedado reflejado estos días, con ocasión del terremoto que sacudió al norte.
Antaño, todas las radios se silenciaban cada 21 de septiembre y la emisora de turno perdía su identidad y salía al aire en nombre de todas; cuestión que con el paso del tiempo y la competencia, derivó en cada radio celebrara sin dejar de estar al aire, siendo compañía permanente de los auditores. En la actualidad, la radio mantiene su vigencia, pese a los pronósticos catastrofistas que más de alguien alguna vez lanzó a propósito de la llegada de la televisión; y no sólo eso, sino que hoy goza de muy buena salud en cuanto a credibilidad, cualidad fundamental para cualquier medio de comunicación e institución, más aún en los tiempos que corren.
Vaya nuestro reconocimiento entonces, a los trabajadores radiales -a los nuestros, de Digital y Positiva FM-, y a todos los que sobre todo acá en el sur, cumplen una función de conectividad y servicio, difícil de graficar en un par de líneas; y que sin proponérselo siquiera, son parte de nuestra identidad.