Angelmó: moderno sí, pero con alma
Nadie puede poner en duda que Angelmó es el principal símbolo de Puerto Montt, ya sea por historia, tradiciones, gastronomía típica y turismo... Por algo, ha sido manantial de inspiración permanente de los artistas del pincel, de la poesía y la música, así como lugar de mágica atracción para todos quienes llegan a conocer la región y que no la pueden dejar sin haber sentido el embrujo que emana de la admirada caleta del Reloncaví.
Son varias las remodelaciones que ha experimentado en el tiempo este terminal, donde se acopia lo más selecto de los frutos del mar del sur, en el afán de ir acomodándolo a las circunstancias y crecimiento de la ciudad puerto, de acuerdo a las etapas que se van avanzando y superando. Sin embargo, el gran salto desde su período de apogeo -con las lanchas chilotas que adornaban sus playas y el bullente comercio isleño- a las nuevas etapas de modernización que fueron absorbiendo espacios y sellos de identidad como las tradicionales embarcaciones del archipiélago, terminaron, de algún modo, por ir empalideciendo el aura especial que envolvía a aquel nostálgico Angelmó cubierto de un bosque de velámenes y palpitante de insulares costumbres, donde la sencillez de la amistad y la esmerada atención eran el mayor capital de la reconocida hospitalidad puertomontina.
En el presente, los esfuerzos de la autoridad se concentran en optimizar las condiciones de higiene, seguridad, confor y conectividad de Angelmó. La idea es aportar la merecida salubridad, protección y comodidad a los visitantes y a los mismos locatarios, que tanto se esfuerzan por hacer un buen turismo.
Se está en deuda, no obstante, con el factor de imagen patrimonial que ha ido perdiendo la histórica caleta. Hace falta rescatar de alguna manera aquellos rasgos pretéritos que distinguieron a Angelmó como algo especial del sur del país. Alguna lancha chilota que exhibir; pretéritas fotografías y pinturas del lugar que mostrar reflejando la evolución del sector; estimular la presencia de artistas plásticos trabajando allí frente a Tenglo, isla que urge también integrar más a este núcleo marítimo de excepción... En fin, reflotar algo del espíritu del Angelmó arcaico y así llenar el vacío impersonal de lo moderno.