Otra de las problemáticas urbanas, -que desajustan la normalidad en la marcha progresista de nuestra ciudad puerto-, es sin duda la persistencia del comercio informal o ambulante en las calles, sobre todo céntricas, de Puerto Montt. Una situación que mucho preocupa, en particular, a los dirigentes del comercio establecido, quienes demandan un mayor control frente a este fenómeno que atenta contra los comerciantes que sagradamente pagan sus impuestos, respetan la legalidad y que con mucho esfuerzo viven de su trabajo.
Cabe reconocer que se han hecho ingentes y bien inspirados empeños por corregir esta negativa falencia local. Como lo prueban los equipamientos de ferias que ha construido el municipio en sectores claves de la capital regional, con el objetivo de aportarle dignas instalaciones a la gente que se gana la vida como comerciante ambulatorio. Y así, -en organización y bien presentados-, mejorarles el nivel de sus actividades. Sin embargo, la respuesta no ha sido la esperada. En los últimos años, los puertomontinos han visto con inquietud el incremento del comercio ilegal, que ha ido volviendo a radicarse en el centro de nuestra ciudad, no obstante disponerse de lugares especialmente habilitados para ellos. Lo que implica, -además de la competencia desleal e ilegal ya señalada-, un agregado al ambiente de descuido que está dañando actualmente la imagen turística de Puerto Montt con la proliferación de la señalada informalidad.
Se ha comprobado, y según denuncias de los propios ambulantes locales, que esta anomalía se agravó con la llegada de vendedores foráneos, que ya han calibrado las falencias de control. Frente a lo cual no queda otro recurso que suspender los permisos y redoblar la tarea de fiscalización, permitiendo el ejercicio de esta labor sólo a quienes consten de la debida autorización, conforme a la voluntad expuesta al respecto desde la Municipalidad. Urge, por tanto, potenciar el equipo fiscalizador para evitar el incremento de esta ilegalidad y acordar en conjunto -las autoridades, el comercio establecido y el informal- un funcionamiento digno y ordenado, respetuoso de la ley y la tranquilidad ciudadana, dentro del marco de la ley y las buenas costumbres.