Hoy culmina la Semana de la Familia con la renovación de las Promesas matrimoniales que los esposos podrán hacer durante la misa. En algunos, este rito puede despertar una sonrisa burlona; en otros, pena; tal vez unos terceros lo sentirán como un llamado a reencantar el primer amor. Pues, si los grandes compromisos no se reavivan se mueren. Las estadísticas nos dicen que ha disminuido el número de matrimonios civiles y religiosos en Chile, y que hay cerca de dos millones de personas que conviven. Para ellos se busca una respuesta institucional en el Acuerdo de Vida en Pareja, aunque muchos -parejas heterosexuales- podrían casarse. Pero, la cultura actual desvaloriza el compromiso matrimonial y, además, desnaturaliza el sentido de la sexualidad, cuyo fin sólo se alcanza en la donación exclusiva, estable y mutua entre el hombre y la mujer, que se abren al regalo de una nueva vida. El Estado debe proteger y promover el matrimonio -como siempre se entendió- y la familia, que es la célula básica de la sociedad. El evangelio de este domingo (Mt 22, 1-14) compara el reino de Dios con el banquete que un rey celebró para las bodas de su hijo. Por dos veces envió a sus servidores a decir a los invitados que estaba todo preparado pero éstos no quisieron ir, se excusaron por razones de negocio o trabajo y, además, humillaron a los siervos y los mataron. El rey, enojado, mandó dar muerte a los homicidas e incendiar la ciudad. Entonces, envió a sus servidores a salir a los cruces de los caminos e invitar a todos los que encontraran, buenos y malos, hasta que la sala del banquete se llenó de invitados. La parábola apunta a la salvación ofrecida por Dios al pueblo elegido y el rechazo de Israel y de sus dirigentes a dicha invitación divina. Entonces, las puertas del banquete se abren a los excluidos y paganos. El banquete de bodas del Hijo simboliza la comunión de amor y vida que, Jesús -el Esposo divino- nos ofrece, en cada Eucaristía, para ser familia de Dios. Se anticipa así el encuentro final entre Dios y su pueblo, banquete espléndido según el profeta Isaías. La necesidad de responder con amor a la generosidad de Dios queda subrayada en la pequeña parábola añadida a la anterior, cuando el rey, entrando al banquete, encontró uno que no tenía traje de boda. Como no supo dar razón, fue expulsado y echado a las tinieblas. Se alude al Juicio final y la posibilidad de rechazar para siempre el llamado de Dios. Vivir y morir, por culpa propia, sin revestirse de Cristo (fe y caridad), es perder para siempre la comunión con Dios- Amor. Es el infierno.

Gloria a nuestros antepasados y generaciones vigentes españolas, en el Día de la Hispanidad, hoy 12 de octubre. Gracias a ellos, a las raíces indígenas y a los colonizadores alemanes, podemos ahora ufanarnos de un grato presente y promisorio porvenir por estos confines del sur austral que se abren hacia la Patagonia desde Puerto Montt.

Insignes renombrados colosos españoles destellan en el diáfano firmamento de la historia sureña. Entre ellos, Pedro de Valdivia que, en 1500, descubrió el Lago Llanquihue; Alonso de Ercilla, que lo hace versos, y Vicente Pérez Rosales, que puebla sus riberas y aledaños.

La imagen pretérita, precursora, es inolvidable. Se inmortalizó en los versos del poeta Alonso de Ercilla, quien, asombrado, junto a otros conquistadores hispanos, al contemplar el paisaje junto al golfo de Ancud, así como también cautivado por la amabilidad de las tribus chilotas, talló, inspirado, en el tronco de un árbol estos imperecederos versos: 'Aquí llegó, donde otro no ha llegado/ don Alonso de Ercilla, que el primero/ en un pequeño barco deslastrado/ con sólo diez pasó el desaguadero'.

Mientras que señera poesía del insigne vate Víctor Domingo Silva ilustra la memorable expedición marítima de Cristóbal Colón llegando a las costas americanas un 12 de octubre de 1492. Con lo que comenzaba también la conexión entre Europa y América, además de abrir los primeros surcos en la siembra del idioma español y la religiosidad cristiana: '… Sólo Colón, genio profundo, seguir podía el vuelo de sus propias visiones y, bajo la mirada de las constelaciones, sentir podía en su cerebro la rotación del mundo…'.

En este singular día, tributamos desde Puerto Montt un especial saludo de gratitud, admiración y afecto a todos aquellos distinguidos españoles que -venidos a este terruño a inicios del 1900 desde la Madre Patria- han aportado al desarrollo de esta capital regional y a la región, con su laboriosidad de emprendimiento, voluntad de superación y capacidad realizadora. Dedicados, de preferencia, al rubro del comercio, han sido indispensable palanca de desarrollo económico, así como también inspiración e impulso en el campo de las artes y la cultura.