Jesús quiere saber lo que la gente piensa de Él. Algunas personas creían que era Juan el Bautista, otros pensaban que era Elías o Jeremías o alguno de los profetas. Pero Jesús quiere conocer también el pensamiento de los discípulos. Pedro le responde: 'Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo'. Jesús le dice que esto no se lo ha revelado ni la carne ni la sangre sino el Padre que está en el cielo. Luego, Jesús le dice: 'Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la muerte no prevalecerá contra ella. Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos. Lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y sobre todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo' (Mt 16, 18-19). La gente creía que Jesús era un profeta, esto es, un hombre encargado de anunciar el mensaje de Dios. Pero el apóstol Pedro es capaz de reconocerlo como el Mesías (Cristo), esto es, confiesa abiertamente su divinidad. No lo realiza por mérito personal, sino por la luz de la gracia divina. Por lo mismo es declarado bienaventurado, porque ha escuchado al Espíritu de Dios. Al darle un nombre nuevo, indica una nueva vocación y misión. En la nueva comunidad, Pedro será una 'piedra fundamental'. Efectivamente, Pedro tendrá una misión especialísima: será la roca sobre la que Jesús establecerá la Iglesia. Así lo constituye como el pastor de todo el rebaño, al cual le concede también las llaves del Reino de los Cielos. Se transforma Pedro en el fundamento de la unidad de la Iglesia, de modo que es una garantía necesaria para que la Iglesia pueda mantenerse unida en su misión en el mundo. Una Iglesia dividida difícilmente podría continuar con su misión de anunciar a Cristo. Los sucesores de Pedro, denominados Papas o Pontífices, tienen también la misión de continuar la labor encomendada por Jesús, y deben ser la piedra sobre la que Cristo edifica la Iglesia, llamados a ser siempre signos de unidad y de servicio. Por eso, desde los comienzos de la Iglesia, los cristianos han venerado al Papa, reconociéndole una especial autoridad ante los demás. A través de la historia hemos conocido a muchos Papas, fuertes y también frágiles, pero lo importante es reconocer que a lo largo de los siglos la Iglesia, con sus luces y sus sombras, es sostenida por Cristo y lo será hasta el final de los tiempos, y que Pedro es el fundamento de la unidad (cfr. LG 23). En estos días, ofrezcamos una oración por el Papa Francisco, para que pueda cumplir su misión de paz, de caridad y de servicio a los demás, especialmente en los más necesitados y los que sufren, y también para que nos conduzca hacia la salvación.