Recuerda la frase típica de los años ochenta de Nissim Sharim (¡cómprate un auto Perico!), y que asociaba a la bicicleta con escasez de recursos y pobreza.
Este enunciado motivaba a una sociedad a pedir un préstamo para comprar un vehículo, resolver un problema de transporte y dando cierto status, que además dispararía las ventas del parque automotriz.
Analicemos cómo este ejemplo le hace sentido a la educación técnico profesional. Los jóvenes titulados de Liceos Técnicos Profesionales, altamente demandados en el pasado ochentero, hoy se ven llamados a optar por una variada gama de financiamiento para optar por el camino de la educación Universitaria como si fuera la única vía de entrada al mundo laboral.
En definitiva, la formación técnico profesional está postergada al último eslabón y no se reconoce su valor como fin en sí.
Observamos que casi el 50% de la matrícula corresponde a Liceos Técnicos Profesionales y que el 40% de los egresados no se titula. Adicionalmente, tres de cada diez jóvenes dejan su carrera el primer año en la educación superior.
Hoy, treinta y tantos años después, destaca esta concepción en un escenario totalmente opuesto; la sociedad clama y reclama sus derechos a regresar a la bicicleta y transitar por calles que se resisten a convivir con ellas.
Perico necesita vender su auto, hacer ejercicios, pasar por un programa de acondicionamiento físico y medidas de seguridad para proteger su integridad física, comprarse zapatos de trekking y pedalear, ahora eso sí, en una mountain bike.
Se requiere volver a la bicicleta, pero no la media pista que usaba Perico, sino una mountain bike de última generación, liviana, con doble suspensión y doble freno de disco, casco aerodinámico, accesorios de primera calidad y con bebidas isotónicas para mantener el buen ritmo.
La educación media técnico profesional requiere de lo mejor, de excelencia y mientras más tiempo pase y se demore en el intento, más difícil será insertarla exitosamente en la economía y la sociedad.
Los paradigmas cambian, cual bicicleta hoy, luchando por un espacio en las modernas ciudades, la formación técnico profesional está esperando por retomar su sitial, del cual nunca debió salir.