Nada hay que justifique la indigna e inhumana sobrevivencia de 70 familias y 58 niños en el basural de Lagunitas.
El gran anhelo de escapar del subdesarrollo, en enconadas y laboriosas campañas, es una noble aspiración que, sin embargo, tiene sus costos, porque es casi imposible, en esas condiciones, abarcar y superar integralmente nuestras deficiencias materiales y comunitarias. Pues se da el hecho que mientras respondemos a las necesidades de adelantos materiales, se debilita el combate a la pobreza y las inequidades sociales, precisamente por esas condiciones de sociedad en proceso de búsqueda de un mejor estándar de calidad de vida.
En Puerto Montt se da un elocuente ejemplo de esta situación. Mientras se experimenta un ciclo de extraordinarios avances en materia de conectividad, con gigantescas obras viales, que instalarán a Puerto Montt en pleno siglo XXI, surge al tapete de la realidad contingente la sacrificada e indigna existencia que llevan 70 familias -que incluye 58 niños-, que sobreviven residiendo en el vertedero de basuras de Lagunitas y algunos de cuyos desechos sólidos les permiten ganarse un básico sustento. Todo un drama que ha repercutido ahora con mayor fuerza en las consciencias, porque en al menos un par de meses más dicho recinto de acopio de basuras será definitivamente cerrado, con la consiguiente tragedia social que allí se desatará para esas familias que quedarán sin su opción laboral.
La verdad es que, no obstante nuestros atrasos desarrollistas, -a estas alturas de la modernidad y ante los nacionalmente reconocidos atributos futuristas de esta capital regional-, no hay causa alguna que justifique la miserable y sufrida existencia de esas setenta familias y sus hijos, coterráneos nuestros, que a diario exponen su salud en un ambiente tan contaminado, amargo y deprimente. Por lo mismo que estos casos debieran ocupar un lugar prioritario a la hora de determinarse las inversiones regionales, privilegiando las emergencias sociales de inhumana subsistencia como la que ahora preocupa.
Tal como se ha estado haciendo con la avanzada erradicación de los campamentos de pobreza, hace falta esa voluntad y determinación para enfrentar estos casos de tan humillante deshumanización. Con seres humanos sobreviviendo entre y de los desperdicios de la gente civilizada, que, sin embargo, parece no tener sensibilidad ni corazón.