Curanto Gigante de Calbuco se convierte en uno de los símbolos patrimoniales del sur del país en los ámbitos del turismo.
El Curanto Gigante de la vecina comuna de Calbuco, tras su reciente versión 2014, definitivamente se consolidó entre los grandes sucesos de la cultura tradicional del sur del país, agigantando su prestigio de manera impresionante como importante tesoro patrimonial de nuestra región, que merece ser conocido en el marco del turismo nacional e internacional.
Las clásicas costumbres del sureño, en este caso en cuanto a sus preferencias gastronómicas, gusto por la música folclórica, espíritu hospitalario y amistoso, sentido de unitaria solidaridad, entre otros, resplandecieron en este singular encuentro fraterno junto a lo más genuino de nuestras tradiciones relacionadas con las riquezas marinas del generoso océano acompañante.
Desde hace trece años, que este evento ha venido superándose. La organización apoyada por las autoridades, las iniciativas de perfeccionamiento, la participación y colaboración de la gente, han marcado un fervor e incremento que año a año se torna cada vez más notorio, hasta llegar al presente con los admirables resultados que reflejan el definitivo afianzamiento del curanto calbucano como una de las atracciones costumbristas turísticas especiales de nuestro país. Por algo, esta vez, abundaron los elogios -en un unánime reconocimiento-, desde el ministro de Cultura, Roberto Ampuero, al público en general, a la notable calidad y atractivo del magnífico curanto de la ciudad del pedraplén. Y para el cual ya han surgido -de parte del alcalde Rubén Cárdenas- nuevas ideas de optimización del celebrado típico encuentro gastronómico. Se prevé la adquisición de un terreno exclusivo para el gran curanto, donde instalar los implementos y equipamiento requeridos tanto para la elaboración del mismo, como para la comodidad y bienestar de los concurrentes a través de la habilitación de baños, instalaciones para la venta de artesanías y las indispensables acomodaciones para que los visitantes puedan disfrutar sin incomodidades de la degustación y convivencia en torno al plato típico del sur.
Plausible, sin duda, el ejemplo de Calbuco. Una gran lección que aprender, para amar de veras nuestro sello de identidad: costumbres y tradiciones. Potenciarlo y compartirlo con generosidad.